Un homenaje a la mujer indígena con danzas

El bailarín Raúl Logroño es vestido por las mujeres del Centro Cultural Equinoccial. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

El bailarín Raúl Logroño es vestido por las mujeres del Centro Cultural Equinoccial. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

El bailarín Raúl Logroño es vestido por las mujeres del Centro Cultural Equinoccial. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

En Carnaval, los indígenas visten anacos, camisones, fajas y rebozos de las mujeres, para verse como ellas.

Danzan en las chacras para entregar su energía corporal a la tierra y augurar el crecimiento de nuevos frutos, también lo hacen en las fiestas comunitarias, al ritmo de la música del Carnaval, con harina en sus rostros y un tambor en las manos.

Ese personaje se denomina Warmi Tukushka, una expresión quichua que significa ‘hombre vestido de mujer’ y que solo aparece durante el Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento), que es cuando los indígenas rinden homenaje a todo lo femenino, pues representa fertilidad y vida.

Pero según la cosmovisión andina, no todos los hombres pueden vestirse de mujer y quienes deciden hacerlo deben cumplir varias condiciones. Los Warmi Tukushkas deben tener más de 12 años, ser buenos bailarines, deben saber entonar un instrumento musical y ser respetuosos con sus madres, esposas, hijas y hermanas.

“El Warmi Tukushka es un símbolo de la dualidad entre lo masculino y lo femenino, que está presente en todo acto de la cultura indígena. Los hombres no se burlan de las mujeres vistiéndose y bailando como ellas, sino que les rinden homenaje por su fortaleza y por la fertilidad de su vientre”, cuenta la investigadora Patricia Herrera.

Según ella, en la cultura occidental hay malas interpretaciones de este personaje. Lo confunden con las ‘locas viudas’, una sátira del 31 de diciembre. “Los hombres mestizos se visten de mujeres en Año Nuevo, las representan con senos gigantes y nalgas infladas, porque ese es el prototipo femenino que ellos tienen en sus mentes, pero de eso no se trata el baile del Warmi Tukushka, eso es algo sagrado”.

Esa tradición se representa en las pinturas y coreografías de grupos de danza. La Fundación Cultural Ñucanchic Ecuador, por ejemplo, presentó una coreografía que compiló las tradiciones de Carnaval de las comunidades de Chimborazo.

En su baile muestran cómo se desarrolla la fiesta del Sisay Pacha Raymi, que era la celebración puruhá por el florecimiento de la Pacha Mama. Los Warmi Tukushka piden permiso a los más ancianos antes de empezar con su baile y después de recorrer las chacras invitan a toda la comunidad a bailar.

“Nuestro propósito es mantener viva esta tradición, símbolo de identidad. Antes de poner en escena nuestra proyección, investigamos durante un año a cada personaje, la vestimenta original y las diferencias de cada comunidad”, explica Juan Carlos Huaraca, director de la Fundación.

En la cultura andina hay registros de que los Warmi Tukushkas siempre existieron, pero durante el mestizaje el personaje reapareció con nuevos tintes y significados. En la época de las haciendas, cuando los indígenas eran explotados, los hombres vestidos de mujeres surgen como personajes heroicos y legendarios.

Así los representan los bailarines del Centro Cultural Equinoccial, un grupo dedicado a la investigación de las costumbres y tradiciones indígenas, afros y mestizas, para representarlas en sus coreografías.

En el escenario, un bailarín personifica al capataz español, viste un pantalón de tela, un sombrero y poncho de colores. Con una veta de borrego simula golpear a los hombres para que trabajen en el campo, y escoge a la mujer más bonita para abusar sexualmente de ella.

“Así sufrían los indígenas de Chimborazo cuando los colonos los explotaban y violaban a las mujeres. Los hombres idearon un plan para proteger a las mujeres, usaron el Warmi Tukushka para burlarse del patrón”, cuenta Rafael Reinoso director de la agrupación.

En la escena se ve a las mujeres vestir al hombre que enfrentará al hacendado. Le colocan un camisón blanco con flores bordadas, un anaco negro, washkas (collares y pulseras) y un reboso rosado. Así, cuando el patrón aparece en la noche se lleva una sorpresa.

Luego, todo se convierte en una fiesta, los Warmi Tukushkas bailan y festejan el Carnaval junto a las mujeres. Para poner esta coreografía en escena Reinoso y la coreógrafa Raquel Olmedo investigaron por cerca de un año.

En contexto

Los grupos de danza de Chimborazo representan a un personaje que rinde tributo a las mujeres indígenas. Se trata del Warmi Tukushka (hombre vestido de mujer), que aparece en el Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento) y coincide con el Carnaval occidental.

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