Una feria por el Día Internacional de la Mujer Rural se realizó este 13 de octubre en la Plaza Grande, Centro Histórico de Quito, este 13 de octubre del 2018. Fotos: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Adornos navideños, ropa bordada, plantas de bugambilias, cactus, bonsáis, jarros, cofres y aretes de caña de guadúa o bambú, harinas, granos, vino, café, chocolates, espumilla, queso, empanadas, champús y sambo de dulce… Esos y varios productos más se exhiben en la feria que este sábado 13 de octubre del 2018 se organizó en la Plaza Grande, en el Centro Histórico de Quito.
Se trata de una actividad para celebrar el Día Internacional de la Mujer Rural, que se celebra cada 15 de octubre. Fue organizada por el Municipio de Quito, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Programa Mundial de Alimentos.
Unas 30 mujeres de parroquias rurales y otras 13 de provincias amazónicas e Imbabura participaron de la feria que busca darles una vitrina para vender sus productos. Además, se presentaron grupos de danzas folclóricas, se realizó un conversatorio sobre mecanismos de participación ciudadana y una exposición fotográfica llamada ‘Mujeres entre cerros’.
En la feria se podía encontrar productos orgánicos, de decoración, alimentos y plantas. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Rosario Loachamín es parte de la comuna de Llano Grande y trabaja con otras mujeres de la Casa Somos de Calderón. En sus stand ofrecía prendas de vestir bordadas a mano, con diseños típicos de los miembros de su comunidad. También tenía tejidos y otros objetos. Para ella, este tipo de espacios permite que las mujeres emprendedoras puedan dar a conocer sus productos y así ganar ingresos.
Las muñecas, los forros de almohadas, caminos de mesa, protectores de licuadoras, etc. son el orgullo de Eugenia Torres. Ella trabaja este tipo de manualidades desde hace alrededor de tres años. Para ella, una feria es un espacio motivador porque la gente se emociona viendo lo que ella puede hacer con sus manos y la guía de su imaginación.
Una exposición se pudo ver en la feria por el Día Internacional de la Mujer Rural. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
Ella empezó a trabajar en esta área porque sus hijos habían crecido y sintió que le sobraba tiempo. Entonces confeccionó manualidades decorativas y se sintió feliz porque su creatividad se convirtió en una forma de generar ingresos a partir de una actividad que disfruta.
Debido a sus actividades familiares, ella y otras de sus compañeras no pueden trabajar a diario fuera de casa. Por eso, crear sus productos y luego poder venderlos se convierte en la mejor opción para llevar parte del sustento a sus hogares. Estas mujeres están orgullosas de ser sus propias jefas.
Las emprendedoras ofrecieron sus creaciones hasta las 14:00.