Blanca Franco celebró el Día Internacional de la Mujer, con trabajo. Ella se disfraza de Juana de Arco y se transforma en una estatua viviente, en el Centro Histórico de Quito. Foto: Ivonne Mantilla/ EL COMERCIO
Ecuador y el mundo celebraron este jueves, 8 de marzo del 2018, el Día Internacional de la Mujer. Tres mujeres que trabajan en el Centro Histórico de Quito celebraron esta fecha con trabajo.
Blanca Franco desde hace cuatro años se disfraza de Juana de Arco y se transforma en una estatua viviente. Con su traje dorado y su rostro pintado que esconde una gran sonrisa y acompañada de su espada, se ubica cada mañana en el Palacio Arzobispal sobre un pequeño banco, permanece inmóvil a la espera de que alguna persona deposite una moneda en su cofre y al escuchar que caen las monedas empieza a realizar movimientos y a interactuar con sus expectadores.
Blanca se siente identificada con su personaje de Juana de Arco por ser una guerrera, por nunca rendirse antes las adversidades y aunque su familia se encuentra lejos. Ella cada día sale a buscar el sustento diario y hoy quiso festejar el Día de la Mujer, trabajando.
Fuera de su personaje de Juana de Arco, Blanca dicta charlas de manera gratuita donde imparte técnicas para que las personas se conozcan asimismo y así ayudarles en el ámbito personal y laboral. Cree que el rol que actualmente realiza la mujer es muy importante en la sociedad.
“Las mujeres somos muy importantes en todo sentido, al igual que el hombre capaces y sobre todo tenemos los mismos derechos para estudiar, trabajar“, añadió.
En otro punto del Centro Histórico, en la calle Chile se encuentra Laura Muenala, dueña de una voz prodigiosa y un talento único al tocar el acordeón. Todos los días se traslada desde el sector de la Mitad del Mundo (norte) hasta al casco colonial y con instrumento musical toca temas de pasillos pero hoy sus canciones iban dedicadas a la mujer. Aunque no puede ver, su amor por la música fue más grande y ello le motivó a aprender.
Laura Muenala toca el acordeón en la calle Chile, en el Centro Histórico de Quito. Foto: Ivonne Mantilla/ EL COMERCIO
“Toco desde que soy pequeña, siempre me ha gustado la música y esto se ha convertido en mi trabajo, en mi modo de vida y mi apoyo económico. Aunque no puedo ver pude lograr el don de desarrollar mis oídos y así aprender a tocar el acordeón”, manifestó.
Aurora Moreira es una madre de familia cuya pasión es diseñar zapatos para mujeres. Comenta que desde muy pequeña soñó con convertirse en empresaria y ahora ve su sueño realizado. “Mi felicidad es ver el rostro de una mujer sonriendo al ponerse uno de mis zapatos que con tanto amor los diseñe” manifestó.
Para Aurora convertirse en empresaria y ser madre ha sido un trabajo duro por la competencia, los estereotipos que aún existen en la sociedad. Sus hijas han sido su pilar importante y cree que todo su esfuerzo que ahora realiza es para crear un futuro mejor.