El rigor y horror de la guerra por la ofensiva lanzada en Gaza a cargo del Ejército de Israel y los ataques terroristas de Hamas a la población judía tapa la potencia de otras tragedias regionales en marcha.
La guerra civil siria, tras dos años y medio, deja 200 000 muertos que ya son parte de la estadística, conmueven, cada vez con menos intensidad, a menos gente.
La impotencia.
Los muertos civiles en Gaza e Israel superan los esquemas de la guerra convencional y el fin de la tregua solo deja al mundo en la vergüenza y la desesperanza.
La impotencia.
Impresionan tanto las cifras de la masacre en Gaza e Israel quizá por lo intensivo de los ataques, el corto tiempo de la ofensiva (un mes) y la concentración del pequeño espacio geográfico de Gaza y su hacinamiento donde civiles inocentes y terroristas violentos conviven.
Los datos que presentó la página web de EL COMERCIO este viernes estremecen.
Solamente en el último mes 1 737 personas murieron en los ataques sunitas a chiitas en Iraq y Siria.
El radicalismo fundamentalista suma 6 700 muertos en lo que va del año.
El califato anacrónico instaurado a sangre y fuego por los sunitas aprovecha dos coyunturas: la fragilidad del Ejército de Iraq, destruido por la invasión norteamericana, y la atención de la dictadura laica de Siria a los distintos frentes que le plantea la lucha con los rebeldes que quieren derrocar a Bashar al Asad.
Pero lo sunitas no se quedan allí, han prometido generalizar su lucha en territorios como el de Kuwait (al sur de Iraq) Jordania o hasta Israel.
Esta semana en Bagdad estallaron dos coches bombas.
Barack Obama, presionado por las circunstancias, ordenó bombardeos aunque antes la consigna haya sido abstenerse de cualquier intervención.
Es consciente del alto costo político que suponía embarcarse de nuevo en acciones bélicas. Por ahora, se trata de proteger intereses norteamericanos, además los aviones comerciales de Estados Unidos no atraviesan el espacio aéreo iraquí.
Otra vez, la impotencia.