El padre de los dos niños fallecidos está hospitalizado y con resguardo policial. El velatorio fue ayer, 17 de junio de 2017, en Portoviejo. Foto: Cortesía Diario de Manabí
Llegó para jugar con ellos. Al menos eso fue lo que le dijo Carlos a la niñera de sus dos hijos, Carlos José y Thiago.
Los hermanos, de 3 y 6 años de edad, habían llegado de la escuela cuando recibieron la visita de su padre, al mediodía del jueves 15 de junio de 2017, en su vivienda ubicada en una ciudadela privada del cantón Portoviejo (Manabí).
Carlos cerró la puerta de la habitación y las voces de los niños se apagaron repentinamente. La niñera tocó insistentemente, pero no hubo respuesta. Cuando ella y los familiares lograron entrar, encontraron a los menores inconscientes, tendidos en el piso.
Cerca, en una mesa, hallaron una jeringuilla con líquido rojo.
Los niños habrían sido intoxicados con una mezcla de fármacos por su padre, como lo determinan las investigaciones de la Policía. El hombre luego intentó suicidarse.
Ayer, 16 de junio, Manabí amaneció de duelo, con las banderas flameando a media asta. Las autoridades usaron listones negros durante el anuncio de la declaratoria de tres días de luto en la provincia, que quedó plasmada una resolución.
“Estamos pasando un momento muy duro en la provincia. Se han presentado, de forma muy seguida, hechos de violencia social e intrafamiliar; se están disparando los índices de femicidio, algo que no se veía antes”, dijo el gobernador Xavier Santos, quien firmó la resolución que también incluye el inicio de una campaña en valores que se difundirá desde la siguiente semana.
En lo que va del 2017, la provincia suma 58 muertes violentas. 30 fueron resultado de violencia social, por peleas entre vecinos o conflictos de tipo intrafamiliar. A inicios de junio, Kasandra recibió un disparo en la frente mientras tenía a su bebé en brazos. Ocurrió en un barrio de la capital manabita, donde 15 días antes del asesinato había dado a luz al pequeño, su segundo hijo.
Carlos José y Thiago son las víctimas más recientes. Los pequeños fueron atendidos en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social de la capital manabita. “Llegaron en paro cardiorespiratorio, aparentemente, por el efecto de drogas, anestésico y sedantes muy fuertes”, explicó Ebert Cedeño, director médico de ese centro de salud.
Durante tres horas permanecieron en la Unidad de Cuidados Intensivos, conectados a equipos de reanimación y bajo medicación. Afuera, entre lágrimas, sus familiares aguardaban con esperanza, aunque el pronóstico no era alentador. Poco antes de las 15:00 del jueves, los médicos les habían comunicado que ya no tenían signos vitales y que estaban clínicamente muertos. “El daño es irreversible, por la muerte cerebral”, dijo Cedeño, quien además explicó que el fármaco que les inyectaron es, exclusivamente, de uso hospitalario. “Parecería que fue propofol, un anestésico de efecto muy profundo”, indicó.
Según las indagaciones de la Policía, el padre de los pequeños laboraba en un hospital de Portoviejo, donde habría conseguido el sedante. “Son dos niños inocentes, asesinados por su propio padre. Lo único que podemos decir es que no entendemos lo que pasó”, dijo una tía de los menores. El sospechoso continúa hospitalizado y bajo custodia policial. Su pronóstico es estable.
El fiscal provincial, Enrique García, informó que se han realizado pruebas toxicológicas y psicológicas al padre, como principal implicado. El jueves por la noche se realizó la audiencia de flagrancia y se dictó la prisión preventiva que, una vez que se recupere, la cumplirá en el Centro de Rehabilitación Social de Guayaquil.
El caso se investiga bajo el delito de asesinato, con una pena de entre 22 y 26 años de prisión. “No obstante, por tratarse de dos fallecidos, se podría dictar la máxima pena que establece la legislación, que es de 40 años. Estamos investigando”, dijo el fiscal.
Los amigos de Carlos José y Thiago no los verán más en las aulas, donde ayer se celebró el Día del Padre.
En su lugar, funcionarios de los ministerios de Educación y de Inclusión Económica y Social visitarán la escuela para dar soporte psicológico y emocional a los estudiantes.