La muerte ‘cruzada’

Al que se le ocurrió lo de la muerte cruzada electoral, más que un constitucionalista imitador del parlamentarismo europeo, fue un insano mental que en vez de elecciones legislativas de medio tiempo que oxigenen el panorama de una democracia incipiente, se le ocurrió la posibilidad de elegir nuevamente al Presidente de la República y a la Legislatura. Estas serían convocadas por el Consejo Nacional Electoral; pregunta: ¿existe idoneidad en el actual organismo para tal propósito? Luego, que el Ejecutivo pueda expedir una legislación económica de urgencia previa el informe de la Corte Constitucional. Otra pregunta: ¿existe imparcialidad en la  mutante entidad actual?; finalmente, que esta legislación podrá ser aprobada o derogada por el órgano legislativo. ¿Se refieren al que supuestamente queda disuelto?

Al pueblo, que no es un experto en esta clase de ‘alquimia política’, y a quien de golpe se le entregaron 444 artículos, 30 disposiciones transitorias y un maquiavélico régimen de transición, no pudo percatarse de la estratagema que significaba que tanto Presidente de la República y legisladores, en cualquier momento decidan  someterse otra vez a una suerte de veredicto popular de ratificación. En principio, por insólito que parezca el procedimiento  no debiera significar problemas; sin embargo, con el poder absolutamente concentrador del actual Régimen, el monopolio mediático más grande del país y  un precio del petróleo alto y estable, este ejercicio, en el Ecuador de la segunda década del siglo XXI, resulta una escalofriante caja de pandora.

En estas condiciones, unas  nuevas elecciones al amparo de lo que dispone el truculento artículo 148 de la Constitución puede ser el pretexto político para librarse de seres reales o fantasmales que aparecen en el horizonte y que deben preocupar a los círculos engolosinados en el dulce del poder. Por eso, en el ámbito de las prevenciones  psicópatas es probable que sea el método para neutralizar la mutación que ha sufrido el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero,  pues empieza a ser muy diferente del obsecuente personaje de la Constituyente o el impávido conductor del Congresillo. De igual manera, aunque no arranque la campaña para la revocatoria del mandato -Carlos Vera no entiende dónde está el centro del poder- es preferible ahogarla en la cuna  o, si acaso se le ocurre a una de las mujeres con vocación política atreverse a seguir el ejemplo de su género en países como Chile, Panamá o Argentina entre otros, que desistan y no superen el segundo nivel en que se han auto excluido. Por estos asuntos puntuales y otros que no se conocen todavía es preferible un purgante extremo para sanar el organismo y la psiquis de quienes han descubierto que el poder se desgasta aunque no existan  opositores de fuste. Que no están previstos para  2010.

Suplementos digitales