Marcos Vaca, Editor de Quito
Los datos del tránsito
En Quito, cada día circulan 400 000 autos particulares y la velocidad promedio de circulación, en las horas pico, es de 15 km por hora. Se calcula que en 2025, en el Centro Histórico no habrá espacios para circular, peor para estacionarse.
En ciudades con mejor organización en transporte, el 80% de sus habitantes se transporta en buses, metros, taxis, tranvías… y el 20% en autos. En Quito, actualmente, la relación es a la inversa, el 20% de la población se transporta en buses y el 80% en carros pequeños. ¿Por qué el Día sin Auto tuvo poca convocatoria en Quito? La respuesta es simple: aún no estamos preparados.
Los conductores, los ciclistas, los peatones… han esperado que las autoridades solucionen los problemas estructurales de la ciudad y no han existido iniciativas orquestadas entre todos los actores de la movilidad.
No se le ha dado la importancia necesaria al tema del tránsito. En las escuelas y colegios no hay cátedras de educación vial integral que enseñen desde las normas para ser un buen peatón, buen ciclista y hasta buen conductor. Asimismo, la educación sobre el medioambiente no es constante. A veces, los conductores de autos echan la culpa a los buseros por conducir buses que emanan humo negro, cuando los carros pequeños emiten gases invisibles que son también muy dañinos para el ambiente.
A pesar de estos evidentes problemas, los conductores no están dispuestos a dejar sus carros en sus casas. Al menos, eso se evidenció el pasado martes en Quito y Cuenca, las dos únicas ciudades ecuatorianas que plegaron a esta iniciativa. También lo demuestran las estadísticas.
La Policía dice que en la capital, la tasa de ocupación vehicular es de 1,3 personas por carro. Una queja común del pasado martes fue que no hubo la suficiente promoción para dejar el carro en casa y salir en buses, a pie o en bicicleta.
De hecho, si las autoridades hubieran publicitado más la campaña y había convocatoria el transporte público colapsaba; las autoridades de Quito todavía no están preparadas para garantizar un sistema de transporte público integrado que brinde al pasajero tiempos regulares de traslado, comodidad y seguridad.
Los conductores de buses tampoco han propuesto cambios cualitativos a su servicio. Piden incremento de pasaje, pero los choferes aún paran en cualquier lugar a dejar pasajeros, persisten los correteos o caminan lento hasta que puedan subir más pasajeros en sus unidades.
La alternativa de salir a pie tampoco tuvo éxito. Andar por veredas poco atractivas (llenas de huecos, con charcos de orinas y basura) y hasta inseguras no es un incentivo para movilizarse. Sin embargo, hay quienes cada día salen a caminar, pero lo hacen por deporte y corren riesgos de ser atropellados porque los conductores no respetan los pasos cebra ni los semáforos.
Las autoridades municipales, en este caso, tampoco están preparadas para ofrecer una estructura urbana amigable para el peatón y el ciclista.
Los pocos trabajadores que salieron en sus bicis tuvieron que sortear los obstáculos del tránsito. Incluso en muchos tramos de la ciclovía hay vehículos estacionados que impiden la circulación libre a los ciclistas.
Entonces, pocos están preparados. Sin embargo, todos nos quejamos por el tráfico y la contaminación en la ciudad.