Los moradores de la Ciudadela Norte, en Bahía de Caráquez, durmieron en las calles por el temor de más réplicas. Foto: Santiago Sarango / EL COMERCIO
“Todo volvió a cero”, así define Lissette López, moradora del barrio Ciudadela Norte, la situación que los habitantes de Bahía de Caráquez, Manabí, padecen tras las últimas replicas ocurridas la madrugada y el mediodía del miércoles 18 de mayo de 2016, con una magnitud de 6,8 en la escala de Richter.
Para López, los pobladores de Bahía ya estaban asimilando el terremoto del 16 de abril, sin embargo, los recientes eventos telúricos son desgastantes en el ánimo y la actitud de las personas. La mujer de 30 años sacó dos colchones y sábanas, la noche de este miércoles, para pernoctar con su madre en la vereda de su casa ubicada en la calle Octavio Viteri
Cuadras siguientes, en la calle Muñoz Dávila y Carlos Hurtado, Luz Marina Delgado salió a colaborar con sus vecinos para armar una carpa que los albergue y les permita reaccionar de forma inmediata ante otro posible evento natural.
Para la mujer, los últimos sismos presionan para que los ciudadanos decidan salir de sus casas y permanecer o dormir en las veredas como medidas de precaución. “Las autoridades dicen que las réplicas continuaran y ante ello lo único que nos queda es tratar de ponernos en recaudo”, sostiene.
Cuando ocurrió el terremoto de abril, la mujer de 56 años durmió durante 15 días en los exteriores de su vivienda. Tras los últimos hechos, Delgado cree que la historia podría volver a repetirse. El respaldo y la unidad de los vecinos es algo que la reconforta.
Precisamente, uno de las vecinas de Delgado y quien también durmió en la calle Muño Dávila es Cesarina Savando. La mujer de 63 años sostiene que la última experiencia del terremoto de 7.8 en la escala Richter del 16 abril les ha preparado para afrontar las recientes réplicas. Para ella, mantenerse en los exteriores permitirá eliminar en algo los riesgos de quedar atrapados en las viviendas o por los escombros de los edificios del sector que esperan ser demolidos.
Cerca del Malecón de la playa Paseo Roberto, Cesar Navarrete descansa en una de las carpas que los moradores de la calle Gostalle prepararon para dormir la noche del miércoles 18 de mayo. Para el hombre de 62 años, los últimos eventos naturales han vuelto a despertar la preocupación de los lugareños.
“Con los vecinos hemos decidido quedarnos unos días. De cualquier forma, se cuenta con el respaldo de policías y militares que dan resguardo y seguridad constante”, sostiene.
Navarrete comenta que los moradores del barrio Cuidadela Norte han encontrado en el respaldo comunitario y la solidaridad una forma de afrentar las adversidades y, sobre todo, de la necesidad de levantarse al día siguiente con la voluntad de continuar trabajando por la restauración del lugar y del turismo.