Procesión del Cristo del Consuelo en Guayaquil. Foto: EL COMERCIO
El porqué la imagen de Cristo se transporta cada Viernes Santo desde la iglesia de Cristo del Consuelo hasta la parroquia Espíritu Santo, en el suroeste de Guayaquil, se debe a la congregación que une a ambos templos católicos desde su fundación.
San Antonio María Claret es el ícono espiritual de los sacerdotes que han liderado la labor apostólica en estas dos parroquias del Suburbio guayaquileño. La misión claretiana representa el trabajo evangélico de quien fuese arzobispo de Cuba.
Luis Felipe Useche es párroco de la iglesia Espíritu Santo y miembro de la comunidad claretiana. Nació en Colombia y lleva cuatro años en uno de los frentes que organizan la procesión del Cristo del Consuelo. A Useche no deja de sorprenderle la conglomeración en cada Viernes Santo, que no ocurre en ninguna otra fecha religiosa.
Para este sacerdote, la presencia de fieles debe ser mayor en domingo de Pascua, momento en que se recuerda la resurrección de Jesucristo. “Para cambiar esta realidad se debe reestructurar la mentalidad de los devotos, hacerles entender que nosotros celebramos a un Dios vivo, no muerto”.
Useche cree que la razón que motiva una mayor asistencia de feligreses en esta fecha es la identificación que nace desde el ser humano. “La gente unió sus propias situaciones a la muerte de Jesús, ante un sufrimiento generado desde lo injusto”, revela Useche.
La procesión de Cristo del Consuelo reúne cada año a más 500 000 católicos, provenientes de diversos sectores de Guayaquil, incluso de otras provincias y países. Es una de las peregrinaciones más extensas y populares de Latinoamérica.
En la ciudad, como parte de esta manifestación de fe, se realizaron al menos diez procesiones en diversas zonas de la ciudad. San Gabriel, La Anunciación, Stella Maris, y Czestochowa son algunas llenan las calles de fieles.