Lamentar las pérdidas y renovar la fe en la vida. Esa fue la tónica de los actos organizados en Manta la tarde y noche de este domingo 16 de abril de 2017, en homenaje a las víctimas del terremoto de 7.8 grados de hace un año.
Miles de personas asistieron a la misa campal organizada al caer la tarde en el parque El Rosario, en el corazón de la zona cero Tarqui, el sector de mayor devastación en la ciudad tras el terremoto.
“Por ahí dicen que todos somos damnificados de una forma u otra, unos han superado el trauma, otros se manifiestan cansados y unos más siguen hundidos en el dolor”, indicó previo a la misa el padre Manolo Rodicio, vicario general de la Zona Sur de Manta.
Celebró que el primer aniversario de la tragedia coincidiera con el Domingo de Resurrección. “No queremos olvidar a las personas que siguen vivas en nuestros corazones, hay que propiciar el recuerdo amoroso de los que se fueron, pero no podemos anclarnos en el pasado, en un dolor que se vuelve pernicioso y gangrenal “, advirtió.
Memorial de Manta. Foto: Joffre Flores / EL COMERCIO
En el sermón, el religioso destacó también las mil formas de generosidad, ternura y amistad del último año, mencionó por ejemplo a los miembros del Cuerpo de Bomberos de Manta, cuyo contigente asistió a la misa con la casaca roja con la que atendieron la emergencia.
Las ofrendas estuvieron a cargo de rescatistas, personas que perdieron a familiares o parte de su integridad física en la tragedia.
El teniente Ángel Moreira, miembro del Cuerpo de Bomberos de Manta, ofrendó durante la omilía un pequeño Ceibo, árbol de un metro de altura, que según explicó ha sido determinado como símbolo de fortaleza personal y de una ciudad que se levanta a pesar de las adversidades.
“Es un momento muy triste y duro, como bomberos estuvimos un mes entre los escombros de Tarqui, desde los primeros minutos luego de poner a mi familia en buen recado en mi caso. El Ceibo simboliza el consuelo y la esparanza”, señaló Moreira, a quien por momentos se le quebrada la voz.
Hacia el final de la misa, monaguillos de la parroquia soltaron globos bancos en la explanada sobre la que se ofició la misa. Como parte de los actos, el Municipio de Manta develó un memorial con los nombres de las víctimas, 208 fallecidos registrados en Manta.
Minutos antes de la hora exacta del movimiento telúrico Brenda Terán, directora de Turismo del Municipio, explicó que el sencillo monumento en honor a los fallecidos consta de dos placas de granito gris de 3.5 metros de altura con 208 nombres en letras blancas. “Un monumento a la acción de gracia”.
A las 18:58, la hora del sismo de 7.8 grados que asoló a Manabí y Esmeraldas, y que cobró la vida de 673 personas en todo el país, se guardó un minuto de silencio tras el toque de dianas. Los miles de asistentes, la mayoría vestidos de blanco, sostuvieron velas y cirios en las manos.
Ana Mero, de 63 años, una de las habitantes de la Zona Cero, dijo que en ella persiste aún una profunda sensación de tristeza y pérdida, a pesar de que ningún familiar murió el 16A. Ella alcanzó a escapar a tiempo, previo al colapso de su vivienda. Su padre, Segundo Mero, de 86 años, quedó atrapado bajo la losa de una casa vecina que cayó encima de la suya. Aún se recupera de sus traumas físicos que incluyeron tres costillas rotas, fractura de cráneo, lecciones en la columna y afección de los pulmones. Ana y Segundo siguen en un hogar acogiente.
A un año de la fatídica tarde del 16A, María Delgado reconoció que aún tiene miedo. Para exorcizar sus temores y rendir honor a las víctimas del sismo, la mujer de 70 años salió a marchar vestida de blanco en una caminata previa a la misa.
De blanco y portando pequeñas banderas de la ciudad, centenares de mantenses marcharon desde la Plaza Cívica hasta el parque El
El recorrido de 1.6 kilómetros empezó puntual, a las 16:00, con resguardo de la Dirección Municipal de Tránsito y la Policía Nacional a través de los dos carriles de la avenida Malecón. La nutrida manifestación ocupó en el momento de salida más de 400 metros en el Malecón.