Marco Antonio Pérez
Soy uno de los 14 millones de ecuatorianos que existimos en este hermoso país, bendito en sus climas, su tierra, su gente.
Soy uno más de los que come cebiche, hornado, tamal lojano, vuela cometas en agosto y apoyo a la Selección poniéndose la camiseta cada vez que juega…
Pero, por sobre todo, soy un demócrata hasta la médula. Creo en la tolerancia, el derecho a exigir y a la vez a elegir, soy de los que todavía creen que en mi país vivimos en libertad.
Día a día leo y miro en las noticias que el Gobierno llama a la inclusión y se llama incluyente; en una República con tanta diversidad, esta es la manera idónea de proceder; pero no puedo hacer caso omiso cuando leo que mis más básicos derechos quieren ser mancillados al pretender (por fuerza) obligar a suspender los festejos taurinos ya que esta es una de las pocas actividades que nos unen a mestizos, cholos, afros, montubios, pobres y pudientes…
Si bien es cierto, las corridas de toros han sido heredadas de los españoles, también hemos heredado la música clásica y el rock. ¿Debemos prohibir conciertos de música ya que su éter no es ecuatoriano?
Unos grupos hablan de la protección a los animales pero practican la eutanasia con perros y gatos encontrados en las calles, visten zapatos y chaquetas de cuero, mientras otros se abanderan del “autoritarismo” pero realizan conciertos de rock pesado con bandas del extranjero y comen hamburguesas…
Independiente de estas contradicciones, este es mi lindo Ecuador y para mantenerlo debemos ser tolerantes y no excluyentes…
Es mi elección si como padre deseo que mis hijos menores de edad asistan, no necesito que ningún comedido paladín quiera “defenderme”, peor aún, procure dictaminar cómo educarlos. Si fuese así, tampoco deberían permitir los partidos de fútbol, ya que más gente ha muerto en encuentros deportivos por bengalas y atropellamientos que en los ruedos del país. Hago un llamado a la reflexión y a la atención, ya que soy 100% taurino y esta es mi elección.