¡Cómo cambió Brasil! Después de la reunión de Unasur, es justo hacer un recuento de un país que se convirtió en fuerza de última instancia en Sudamérica.
Pero nadie es profeta en su tierra, y la razón de que Brasil se levante ahora como el gran decisor regional es precisamente debido a que ha estado muy ocupado, y por mucho tiempo, fuera de la región. Y sin hacer mucho ruido… Mucho antes que se le ocurra a Hugo Chávez o algún otro miembro de la Alba, Brasil ha estado construyendo un contrapeso de países emergentes y muy poderosos para equilibrar la hegemonía de Estados Unidos y Europa en la toma de decisiones a nivel global. Apenas hace unos meses, la asociación BRIC (Brasil, Rusia, India y China) se reunió en Yekaterinburgo para definir una serie de posiciones sobre comercio, desarrollo y economía, en preparación a la próxima reunión del G-20. Tal vez no nos hemos dado cuenta, pero ha sido el BRIC y ningún otro quien ha logrado detener las aspiraciones estadounidenses de llegar a un acuerdo en la ronda de Doha, en la OMC. Y no por gusto.
Hace poco más de un año Brasil financió la reunión de agencias de atracción de inversiones públicas a nivel global y, por supuesto, obtuvo su Presidencia. Esto parecería irrelevante, pero no lo es. En verdad, apuntala su proyección global y el apoyo de sus tesis en materia de inversiones en el seno de la OMC.
Pero el BRIC no solo tiene importancia ahí, también en el Grupo de los 20, y en Naciones Unidas, donde es muy posible que Brasil obtenga un puesto permanente en el Consejo de Seguridad si se dan paso a las reformas. Podría también ser México, pero dados sus problemas con el narcotráfico y la violencia, la posibilidad de ser un contendor sustantivo a Brasil se aleja cada día.
El ascenso lento pero sostenido de la economía brasileña y la responsabilidad con que Lula dio continuidad a las reformas emprendidas por Fernando Henrique Cardoso han llamado la atención en Washington, y hoy es también posible que Lula logre romper el acuerdo tácito de Breton Woods del eterno presidente estadounidense en el Banco Mundial. No se sorprendan si al final de su mandato, el obrero de Pernambuco se convierte en el Presidente del banco más poderoso del mundo. Y si es así, pueden haber grandes reformas para los países más necesitados. Esto hace innecesario explicar por qué Lula es el interlocutor, y tal vez la hegemonía, por delegación de EE.UU. en la región.
Brasil es el más grande defensor de la paz -y deberíamos decir de la sensatez política- en esta región. Solo que su liderazgo prefiere silencio y paciencia. Para quienes no creen en la reputación en política exterior, este país es una lección. Y aunque no todo es perfecto y hay mucha pobreza todavía, Brasil trata de que su política exterior ayude a mejorar su política doméstica y no viceversa.