En la Unidad de Salud tipo C de Guamaní, mujeres embarazadas realizan ejercicios antes del alumbramiento. Foto: Víctor Muñoz / EL COMERCIO
En pocas semanas, Elvia Cando, de 32 años, tendrá a su bebé en brazos. Ella se alista para ese día. Acude a los controles médicos periódicamente, hace ejercicios de relajación, se alimenta bien e incluso ya decidió que traerá al mundo a su segundo hijo en un ‘parto humanizado’.
En Ecuador se reconoce la atención de ese tipo, es decir, se permite a la mujer decidir sobre la posición para dar a luz: ginecológica u horizontal, sentada, acostada de lado, cuclillas, arrodillada o de pie.
En el 2017 se registraron 81 663 partos ginecológicos, lo que significa un 2% más que en el 2016, cuando hubo 80 149.
La otra modalidad, la de ‘parto humanizado’, reportó un incremento importante. Pasó de 66 233 alumbramientos en el 2016 a 88 779 en el 2017.
Esto representó un 34% más, según datos de la Dirección Nacional de Estadística y Análisis de la Información de la Salud del Ministerio del ramo.
Una de las razones para ese crecimiento es que el alumbramiento humanizado abre la posibilidad de una atención integral. Esto implica una inducción a la lactancia en la primera hora de vida del bebé, el apego inmediato madre e hijo, acompañamiento de la pareja o familiar cercano, uso de una vestimenta con la que la mujer se sienta cómoda, etc.
En el proyecto de Código Orgánico de Salud (COS) se incluyen varios artículos sobre parto humanizado, presentados en el período anterior. El objetivo es bajar los riesgos de muerte materno-infantil y que las embarazadas reciban información y asesoría adecuadas durante el período de gestación, el parto y el posparto.
Cando, por ejemplo, se siente más segura con esta alternativa. La mujer, oriunda de Otavalo (Imbabura), podrá utilizar su vestimenta típica y no una bata hospitalaria; también estará acompañada de su esposo. “Eso me hace sentir más confianza”, comentó.
Ella dará a luz en la Unidad de Salud del Centro Histórico de Quito, del Ministerio. En este espacio hay los insumos necesarios para el alumbramiento humanizado e integral.
En el 2009 se hizo la adecuación del espacio: se reemplazó la cama ginecológica por una multiposiciones o de libre posición. Cuando la mujer se decide por esta opción hay varios beneficios, entre ellos mejora la dilatación y el pujo y disminuyen las rajaduras vaginales.
En definitiva, el niño puede salir al mundo más libremente. Así lo explica la especialista Lorena Gómez, quien es la administradora técnica de este centro de salud público.
En el país hay 236 establecimientos de salud estatales que brindan la opción de parto humanizado, según cifras hasta abril del Ministerio de Salud.
Antes del 2009, año en el que se elaboró la normativa técnica sobre el tema, esta alternativa se concentraba en el sector privado. Incluso se la consideraba como una opción única de los pueblos y nacionalidades indígenas, explica Gómez. “Hoy, la libre posición es un derecho de todas las mujeres”.
En ese sentido, en los diferentes establecimientos de salud públicos se muestran los beneficios del parto humanizado. Karla Moposita, de 24 años, y Andrés Albán, de 21, asisten a la profilaxis del parto en el Centro de Salud tipo C de Guamaní, en el sur de Quito.
En ese espacio realizan ejercicios previos al alumbramiento. Con música relajante y ejercicios similares al yoga reciben instrucciones para el parto. A ambos les emociona la llegada de su primer bebé. Como una “opción cómoda” describe Moposita al ‘parto humanizado’. Lo que más le gusta es que su pareja sea parte de esa experiencia. Antes solo la vivía la mujer, dice.
También se brindan otros elementos para enfrentar la labor de parto, como pelotas y cuerdas colgadas desde el techo, que ayudan a pujar, etc.
El derecho a decidir cómo controlar el dolor del parto y rechazar las intervenciones médicas innecesarias son los puntos que resalta la Organización Mundial de la Salud (OMS). La entidad elaboró 56 recomendaciones sobre cómo gestionar el alumbramiento.
La OMS destaca la importancia de erradicar las intervenciones quirúrgicas, como la escisión de la vulva, que se usaba para que el feto pudiese salir con facilidad. Hoy la cataloga como una experiencia casi “barbárica”. Con ello impulsa la idea de que la madre decida cómo controlar su parto.