Conocidos militares en servicio pasivo (sp) y un catedrático reflexionan sobre el intento de Alianza País de promover la reelección indefinida vía enmienda constitucional.
Ellos son: el coronel Lucio Gutiérrez, expresidente de la República; el almirante Víctor Hugo Garcés, presidente de la Asociación de Generales y Almirantes en servicio pasivo; el general Paco Moncayo, exjefe del Comando Conjunto de las FF.AA. y exalcalde de Quito; coronel Fausto Cobo, exdirector de la Academia de Guerra del Ejército; el coronel Luis Hernández, héroe del Cenepa y exasambleísta; y el catedrático Luis Verdesoto.
El almirante Garcés, cuyo punto de vista es personal, dice que la reelección indefinida no es la alternativa más saludable para la democracia. Cree en la opción alternativa del poder para fortalecerla con nuevas ideas y propuestas.
“La mayoría de nuestras constituciones optó por la alternabilidad, no sé por qué existe el afán del continuismo”.
Lucio Gutiérrez es tajante: “Estamos en contra de la reelección indefinida; afecta a la democracia, su base es la alternabilidad; ese modelo puede generar más corrupción; en estos ocho años el Gobierno no ha rendido cuentas a nadie y en esto han contribuido la Contraloría, el Consejo Nacional Electoral y el Consejo de Participación Ciudadana”.
Dice que el asambleísta Gilmar Gutiérrez presentó una reforma al artículo 114 de la Constitución, para que las autoridades se elijan pasando un período y por una sola vez. “Pero como van las cosas la Asamblea irá por la reelección y nosotros, en un año, recogeremos un millón de firmas para convocar a una consulta popular y que el pueblo se pronuncie”.
La propuesta de AP es inconstitucional, afirma Moncayo. Su tesis la sustenta en el art. 1 de la Constitución, el cual, entre otros puntos, afirma que el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático… que se organiza en forma de República, en la soberanía del pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad. Interpreta a este artículo con el hecho de que vivimos en un sistema democrático, alternativo y de participación popular, acorde a las nuevas épocas.
El ex-Jefe del Comando Conjunto puntualiza que el país, en su historia, ha repudiado a los caudillos iluminados, porque concentraron el poder y asfixiaron a voces diversas e independientes. “Basta ver lo que ha sucedido con los caudillos locales, como un exalcalde de Muisne, que se mantuvo más de 30 años en el poder y el pueblo se estancó”.
Luis Verdesoto, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, coincide con Moncayo: los militares ecuatorianos rechazan a los caudillos y a los caciques. “A pesar de que Eloy Alfaro fue un caudillo que modernizó y fundó el Ejército, nuestros militares, por su origen de clase media y popular, fueron progresistas y reformistas; hay que recordar que no apoyaron al caudillismo velasquista o al que gestaba el populista Assad Bucaram (1972)”.
Verdesoto, exasesor el presidente Jaime Roldós, da una pista para entender a las FF.AA. en el juego democrático: “Los militares, al igual que los civiles, aprendieron a vivir en democracia, por eso en las últimas crisis políticas hubo salidas constitucionales”.
Fausto Cobo dice que Alianza País ofreció una Constitución garantista para 300 años y a la vuelta de la esquina quieren cambiarla vía enmienda. “Hace siete años, los asambleístas eran partidarios de la alternabilidad para frenar el caudillismo; el asambleísta Virgilio Hernández defendía la opción alterna como eje democrático”.
“La Constitución del 2008 garantiza la participación ciudadana. No en vano se formó el Consejo de Participación Ciudadana”. Afirma que la reelección indefinida es una contradicción: AP captaría el poder total.
“Uno de los mayores males que se atribuyó a la ‘partidocracia’ fue permitir que a través de la reelección indefinida de diputados y autoridades de gobiernos locales no se facilite la creación de nuevos liderazgos y se renueven los partidos y movimientos. Esto permitió que ciertas autoridades se eternicen en el poder”. Es el testimonio de Luis Hernández.
Para él, durante los debates en Montecristi se expuso repetidamente en el Pleno de la Asamblea, la necesidad de pasar de una democracia representativa a una participativa, en la cual sea el mandante -mencionado varias veces- quien por medio de su voto tome las decisiones para su futuro.
“Con ese espíritu se crearon organismos como el Consejo de Participación Ciudadana, para que sea la sociedad la que designe las autoridades de control y no los asambleístas”.