La semana pasada escribí, con ocasión de la visita realizada por siete periodistas latinoamericanos a ese excelente ejemplo de desarrollo que constituye Singapur, el porqué un país tan pequeño, sin potencialidades naturales y con tan poco tiempo de existencia, que hace 40 años era como Haití, ha logrado ubicarse en el Primer Mundo en diversos campos, entre ellos el desarrollo humano, económico, social, competitividad, transparencia y fundamentalmente la educación pública.
Singapur apostó decididamente al mejoramiento de la calidad de la educación y lo ha logrado. Hace pocos días, Andrés Oppenheimer escribía su vivencia en Singapur. Lo que sostiene se corrobora in situ en esta pequeña isla, de 700 kilómetros cuadrados, que no ha tenido las potencialidades naturales de otros países, que depende de lo que la naturaleza ofrece, pero que no les ha hecho tanto daño por anquilosar en el verdadero desarrollo del conocimiento. Basta comparar con los países que tienen enormes potencialidades en su suelo -el caso del Ecuador- pero que no han sabido aprovechar al máximo para transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas. Por ello en Singapur, aunque suene contradictorio y hasta una blasfemia, se agradece no disponer de esos recursos naturales, que ha sido la maldición para algunos, que se han despilfarrado sus recursos en medio de demagogia, populismo, inestabilidad político-administrativa y galopante corrupción.
Allá exhiben obsesión por la calidad de su enseñanza, reflejado hasta emblemáticamente en el billete de dos dólares singapurenses, en donde se muestra el aula con los alumnos escuchando atentamente lo que dice un profesor y debajo se lee la palabra: Educación. En el billete de 10 se refleja una imagen del deporte en sus diversas manifestaciones. En América Latina vivimos del pasado, que no puede renunciarse pero con ello no se resuelven sus problemas.
El argumento principal es que la educación es cuestión de supervivencia. El desarrollo de las bibliotecas públicas es impresionante, hasta en centros comerciales. Singapur tenía un alto nivel de analfabetismo hace 40 años. Hoy sus estudiantes son reconocidos en el exterior por los buenos resultados luego de sus exámenes internacionales, entre ellos de matemáticas y ciencias, ranqueados primero por el World Competitiveness Yearbook 2008. La Universidad Nacional de Singapur está en el trigésimo lugar entre las mejores del mundo. La Universidad Autónoma de México es la mejor ubicada en la región (puesto 150). Están conectados con el mundo del desarrollo y en las aulas se respira avidez por el conocimiento y el emprendimiento. Al menos eso se vio en el Colegio Jurong, establecido en 1963.