El segundo piso de la antigua casa patrimonial en donde los 13 llaneros vivían se incendió a las 06:05 de este martes 7 de mayo del 2019. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Un grupo de ciudadanos venezolanos se reunió en la esquina de la calle Portilla, en el sector de La Recoleta, Centro Histórico de Quito. Abrieron bolsas de pan y comenzaron a prepararse sánduches de atún con bebidas. “Ahora más que nunca -decían mientras desayunaban- tenemos que ayudarnos luego de perder nuestras cosas”.
El segundo piso de la antigua casa patrimonial en donde los 13 llaneros vivían se incendió a las 06:05 de este martes 7 de mayo del 2019. Recuerdan que dormían cuando una compatriota que salía a trabajar les alertó sobre lo que sucedía. Su piso estaba en llamas y el humo se coló en el ambiente. Se asustaron y trataron de salir inmediatamente por las escaleras, pero no lo consiguieron.
Desesperados, abrieron una de las ventanas. Dionis Chirilos, de 22 años, asegura que cayó desde una altura de 10 metros aproximadamente. “Salí ileso. No me importa romperme la pierna o el brazo, la prioridad era sobrevivir para trabajar y ayudar a mi esposa e hija, de 2 años, quienes viven en el estado de Zulia (Venezuela)”.
Este alumno de Ingeniería se retiró de la Universidad Central de su país debido a la crisis económica. Hace un año llegó a la capital y labora como albañil. Por cada día de jornada laboral le pagan USD 17. Calcula que al mes junta alrededor de USD 200 para mantener a su familia.
Él es parte de los 250 000 llaneros que permanecen en territorio nacional, según datos de la Cancillería ecuatoriana. Comparte una habitación junto a Daniel Gutiérrez, de 32 años, quien también es obrero de la construcción y llegó hace 18 meses a la capital.
Ellos y otras dos personas pagaban USD 70 al mes por el alquiler de una pieza en la vivienda que se quemó. Su anhelo era traer a su familia a Quito, pero los USD 2000 que ahorró se quemaron. “También se destruyeron mi cédula y tarjeta andina, mi situación se complicó”, relata con preocupación.
Esperaban que los ayuden con el fondo de emergencias del Municipio de Quito, pues no tienen un lugar para quedarse. Los niños que vivían con ellos, la mañana de hoy, dormían sobre la acera, junto a las cosas que lograron rescatar. Pasadas las 09:00, personal de la Secretaría de Seguridad se encontraba en la zona para levantar información sobre los daños en la casa patrimonial destruida por las llamas.
Los moradores del barrio les ofrecieron café y pan. Ahora, los venezolanos buscan un nuevo sitio para pernoctar la noche de hoy.