Sentada en la vereda, Wendy Goya. mecía su bebé de mes y 20 días de nacido, el pasado 4 de diciembre. Eran las 08:00 y Wendy esperaba ¿ ser atendida en la agencia del Banco Nacional de Fomento (BNF) del parque California, vía a Daule, en el noroeste de Guayaquil. Ella recibe el Bono de Desarrollo Humano desde hace tres meses y quiere aplicar a un crédito de USD 840 para montar una tienda en su vivienda.
Junto a sus seis hijos, habita en Mapasingue, un populoso sector ubicado en la vía a Daule. A diferencia de otras 250 personas que esperan la apertura de la agencia sobre cartones o sábanas raídas, Goya durmió en su casa la noche anterior. “El bebé es demasiado pequeño y no tengo quien lo cuide. Tuve que pedirle a una amiga que me guarde el puesto en la noche para poder ir a mi casa”.
Narcisa Coveña tiene una tienda en su casa y necesita dinero para comprar más productos. Ya no puede acudir a la banca privada, pues se atrasó en el pago de una letra en un crédito anterior.
“Nos han dicho que los requisitos son fáciles y además que durante dos años no recibiremos el Bono y que así se cancela la deuda. Eso me favorece porque no tengo que preocuparme de la letra cada mes”, comenta.
En la agencia del Banco nadie estaba autorizado a emitir declaraciones respecto a los créditos. En la oficina, la atención a los beneficiarios del Bono empezó a las 09:00. A esa hora se entregaron los tiques numerados para 150 personas. El resto debía esperar hasta el siguiente día para que inicie un cronograma similar. La masiva afluencia de interesados en este tipo de microcréditos, en parte tiene su explicación por la salida de más de 200 000 personas de la banca privada, dice Alfredo Vergara, ex superintendente de Bancos. Las nuevas regulaciones bancarias redundaron en la expulsión de ese número de clientes que antes recibían microcréditos (cifras entre septiembre de 2008 y octubre de 2009). “Una gran parte de estos microempresarios es el que ahora opta por los créditos de la banca pública. El resto simplemente dejó de ser parte de la banca”. La falta de empleo formal (13% de desempleo y 50% de subempleo en Guayaquil) y la situación económica del país inciden en la alta demanda de microcréditos con facilidades de pago.
El esposo de Beatriz Majado es vendedor informal y el dinero que gana no le alcanza para mantener a su familia. Desde hace seis años, ella recibe el Bono de Desarrollo Humano y con esos recursos ayuda a solventar los estudios de sus tres hijos. Majado tiene 28 horas esperando en los exteriores del Banco. Con los USD 840 espera montar una panadería en su casa.