Rebeca Vinueza
He crecido contigo, no tengo palabras para explicar la emoción que sentía cuando niña, y la siento hoy, cuando te tengo en mis manos.
Con tus páginas mi padre inculcó el amor por la lectura, me enseñó que en ellas había cultura, solía decirme: lees la página del editorial y estás enterada de la actualidad.
Aprendí en tus publicaciones: historia, geografía, leyes, política… con la seguridad de que eran conocimientos neutrales, esa era tu filosofía amigo mío; fue contigo con quien lloré la muerte de papá, y su recuerdo está en tus hermosas páginas.
Hoy soy abuela y con infinito amor he puesto en las manos de mi nieto la revista Pandilla, con la confianza de que él también se formará en la verdad.
Pero, querido amigo EL COMERCIO, hoy llegas a casa a las seis de la mañana, me apresuro a recibirte y !oh, decepción!, lo único que encuentro son noticias negativas, críticas a un Gobierno que, de paso, no es de mi agrado.
Tus hermosos artículos en la página editorial, ¿dónde están?
Articulistas de la talla de Alejandro Carrión han desaparecido, hasta los domingos, en Familia. Hasta ahí hay comentarios satíricos que me enferman.
Estoy perdiendo el interés en ti, mi viejo amigo y compañero, me estás defraudando y siento tristeza, ya no tengo con quién acompañarme en mis largas horas de soledad.
Te conozco y admiro desde hace muchísimos años, eres historia, vives en el corazón de los ecuatorianos que respetamos y admiramos tu trayectoria.
Eres mi amigo y por eso te pido: vuelve a tu verdadera filosofía de respeto y neutralidad, vuelve a tu grandeza para que nosotros continuemos enamorados de ti y podamos, sin miedo, dejar en manos de nuestros nietos, así como hicieron nuestros padres, tus bellísimas y neutrales páginas.