El Tiempo de Colombia. GDA
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Lo que comenzó como un ‘desembarco cultural’ de Colombia cuando fue invitado de honor en el 2007 de la Feria del Libro de Guadalajara, lo retribuye hoy México con la importante delegación que, por segunda vez, concentra la atención de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que se inauguró el pasado jueves.
La llegada de 40 escritores (una de las más grandes delegaciones internacionales que han visitado la feria) y una oferta de cerca de 35 000 volúmenes de más de 80 editoriales, unidas a una rica programación musical, teatral, artística, infantil y gastronómica, son una muestra del compromiso y profundo lazo afectivo que une a Colombia con México.
Escritores colombianos como el poeta Porfirio Barba Jacob viajaban a México, mucho antes, incluso, de que nuestros compatriotas Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis lo escogieran como el lugar ideal para fijar su residencia. Es indudable que tanto en la literatura como en el cine, la televisión, la música y la cultura popular, México ha sido un punto de referencia para Colombia.
Estos no son los únicos nexos. Durante más de 70 años, muchos compatriotas que estudiaron carreras afines a las ciencias sociales (filosofía, antropología, economía o sociología) encontraron en los libros del Fondo de Cultura Económica -la gran editorial mexicana- una fuente primordial para su formación.
La Feria del Libro de Bogotá tiene todos los elementos para convertirse en la plataforma para construir y fortalecer un sólido mercado del libro y de otros contenidos culturales entre ambos países. La presencia de 35 000 volúmenes que llegan es una vitrina importante para que los autores mexicanos se posicionen, como ocurrió con Colombia en Guadalajara.
En aquella ocasión se crearon nuevos vínculos entre escritores y editoriales de ambos países, lo que le permitió a nuestra oferta abrirse otro espacio en uno de los mercados más atractivos del continente.
Dentro de las novedades de este año en la Feria hay una de tipo organizativo. Por primera vez, el evento no se inaugura el Día del Idioma, en abril, como lo hizo durante más de 20 años. Su traslado al segundo semestre es una decisión estratégica de los organizadores para no competir con ferias como la de Buenos Aires (Argentina) -que se convertía en una tentación para que muchos expositores optaran por seguir hacia el sur sin parar en Colombia-.
Ya se están recogiendo los frutos de esta acertada movida: un destacado número de editores provenientes del Cono Sur, a quienes antes les quedaba imposible participar, han confirmado su presencia en la capital.
Vale la pena destacar que en su doble condición de ser no solo un importante promotor cultural, sino también una vitrina para incrementar las exportaciones del sector editorial colombiano, la Feria espera este año la llegada de 700 compradores extranjeros, con lo que se aspira a superar las expectativas de negocios del año pasado, que alcanzaron los USD 40 millones.
Esto se traduce en nuevas oportunidades para la industria nacional que le permitan lograr sinergias para el sector y avanzar en la consolidación regional.
En épocas difíciles para la economía nacional, un evento como la Feria del Libro, la más grande de las 45 que se realizan en Corferias y con un número estimado de visitantes de 415 000 este año, es una muestra de dinamismo. Más aún tratándose de un encuentro en torno a la lectura y la literatura. También es indicador del nivel de compromiso por crear nuevas posibilidades de relaciones culturales y económicas el hecho de que haya sido un amigo, el presidente mexicano, Felipe Calderón, quien inauguró esta gran fiesta.
‘Tenemos que encontrar a Froggy’ y ‘Un trozo de pan’ son dos publicaciones de Panamericana. La primera fue escrita por Beti Rozen y Peter Hays; la segunda, por Aída Marcuse. Los tres llegarán para compartir sus experiencias.