El gobierno de México anunció el miércoles 5 de junio el inicio de un programa para combatir la intimidación violenta entre escolares que hace dos semanas derivó en la muerte de un niño de 12 años, y que en la percepción de la sociedad mexicana ha crecido.
El acoso escolar, o bullying, “refleja las problemáticas de violencia, de violencia familiar y de violencia comunitaria”, dijo el subsecretario de Prevención Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa.
La violencia entre estudiantes se ha “anidado” en algunos centros educativos, dijo en días pasados el presidente mexicano, Enrique Peña, después de la muerte el 22 de mayo de Héctor Alejandro, de 12 años, debido a un traumatismo craneoencefálico que le causaron unos compañeros de su colegio en Tamaulipas (noreste) luego de sujetarlo de brazos y piernas y lanzarlo contra una pared.
Después de ese episodio, diversas expresiones de repudio contra esas prácticas se han expresado en las redes sociales, en las que también se propaga la afirmación de que el acoso escolar se ha incrementado.
Una organización civil convocó incluso a artistas mexicanos para que se fotografiaran con una leyenda en la se lee “El bullying no es un juego”.
“Es muy importante visibilizar este problema, sería un error ocultarlo, pero creemos también que resulta a todas luces inconveniente satanizar a las escuelas porque en las zonas más violentas de nuestro país (…) son un espacio de protección”, dijo Campa quien sostuvo que no existe “información consistente” para asegurar que dicho fenómeno social se ha incrementado.
El programa contra el acoso escolar consiste en habilitar líneas telefónicas de emergencia para que los estudiantes puedan denunciar agresiones y ser tratados por psicólogos, además de que se efectuará una encuesta nacional para ubicar los sitios del país con mayor incidencia así como sus posibles causas, indicó el funcionario.
La oficial Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha reportado que un 30% de los estudiantes de primaria y secundaria declaraba sufrir algún tipo de agresión en 2011, mientras que en 2013 la cifra había aumentado hasta un 40%.