Dos meses de parálisis política en Cataluña por división de independentistas

Dos meses después de unas elecciones regionales que les dieron una mayoría absoluta en el parlamento, los independentistas catalanes siguen sin formar gobierno por sus diferencias ideológicas mientras el ejecutivo español puso en marcha toda su artillería para frenar una hipotética secesión.

El 27 de septiembre, los independentistas obtuvieron un 47,8% de los votos y 72 de los 135 escaños de la cámara regional, repartidos entre la coalición Junts pel Sí (con liberales y progresistas) y la izquierda anticapitalista de la Candidatura de Unidad Popular (CUP).

La coalición, con 62 diputados, quiere reinvestir como presidente a Artur Mas pero necesita a los diez diputados de la CUP, que se oponen a él por su liberalismo.

“Seguimos creyendo que la propuesta de MAS no genera consenso y pedimos una figura alternativa. Las posiciones no se han movido”, dijo a la AFP un portavoz del partido que el domingo reunirá a su militancia para explicar las negociaciones.

Para acercar posiciones, Mas acordó aprobar una resolución parlamentaria el 9 de noviembre para lanzar el proceso de independencia y declarar su insumisión a las instituciones españolas, que generó discrepancias en su gobierno y su partido, CDC (centroderecha nacionalista).

La moción fue rápidamente suspendida por el Tribunal Constitucional tras un recurso del gobierno español de Mariano Rajoy, dispuesto a frenar cualquier intento de secesión en esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes a pocas semanas de las elecciones legislativas del 20 de diciembre.

Junts pel Sí también propuso, sin éxito, formar una presidencia coral integrada por diferentes sensibilidades políticas. “ Nos estamos moviendo para que haya un acuerdo, pero si no se mueven todos, el acuerdo es imposible”, lamentó MAS el jueves.

“Las negociaciones siguen en marcha y hay margen para alcanzar acuerdos”, explica a la AFP una fuente de Junts pel Sí, subrayando que están acercando posiciones sobre la acción política del futuro gobierno.

El límite es el 9 de enero cuando, de no haber gobierno, el parlamento se disolvería y se convocarían nuevas elecciones, las cuartas desde 2010.

La oposición no independentista denuncia esta parálisis: “No puede ser que el parlamento y el gobierno concentren toda su energía y estén focalizados en una negociación sobre la investidura de MAS” , criticó la socialista Eva Granados.

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