Redacción Cultura
Las cifras de la Cámara Ecuatoriana del Libro muestran que en 2009 se imprimieron 1 130 000 ejemplares menos que en 2008 ¿Cuáles son las causas?
Mucho de ese millón pasa por los libros de texto. La gran producción editorial es la que está destinada al sistema educativo. También se ha afectado a los productores de textos más asequibles, que usan papel periódico o papel bond. Por ejemplo, la colección Antares, de Libresa, que está dirigida los estratos económicos menos favorecidos. Es un ejemplo para mostrar que son esos libros, precisamente, los que se van a encarecer. Es contradictorio.
¿Qué parte del mercado editorial es el que más ha sido afectado?
El peso directo lo están cargando las revistas. La contracción del mercado, desde que empezó la reducción de importaciones hasta la imposición del IVA, ha sido de alrededor del 25%, con la eliminación del algunos títulos que simplemente ya no llegan.
¿Qué consecuencias tendrá esta contracción para todo el escenario editorial?
¿POR QUÉ
ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Es presidente de la Comisión de Ferias de la Cámara Ecuatoriana del Libro. Ha sido editor del sello Paradiso, desde el año 2000.
Su punto de vista. Los impuestos a las importaciones y al papel afectarán a toda la industria editorial ecuatoriana. Los lectores disminuirán como consecuencia.
A todos, en cierta medida, nos afecta. Uno de los puntos más sensibles es el de las librerías. Al menos cinco librerías en Quito ya han cerrado en los últimos meses. La distribución de los textos, ahora más que nunca, se salta las librerías. Antes estos negocios tenían la oportunidad de sostenerse a través de las ventas de publicaciones pedagógicas.
¿Cuán importantes son las librerías en esa cadena de distribución editorial?
Mucho. Hay ciudades del país en las que prácticamente no hay librerías. En Riobamba, Quevedo, Machala y en muchas otras no existe ni siquiera una librería. Lo que estamos enfrentando en este momento es una concentración editorial. Los libros se venden en Quito y Guayaquil, un poco marginalmente en Cuenca y en Ambato y Loja, bastante menos.
¿Eso tiene que ver con que la gente no lea?
Exactamente. No sabemos si no compran porque no quieren o no compran porque no hay. En esa medida también se afecta al promedio de lectura. Cada vez hay menos acceso a la cultura en forma de libro, por decirlo así.
Pero si se reducen los libros texto ¿también significa que se reducen los lectores?
Un millón de ejemplares en un mercado como el ecuatoriano, en el que cada persona lee menos de un libro al año en promedio, es tremendamente significativo. Las estadísticas sobre lectura registran tanto las lecturas de ficción como las que se hacen en las clases, por ejemplo puede ser que un estudiante lea cinco libros durante el año lectivo y un oficinista no lea nunca. Igual se suma y se hace el promedio con ambos casos.
¿El mercado de libros de literatura se ha visto afectado?
Claro que sí. Las editoriales pequeñas independientes comercializan sus libros a través de las librerías, es decir del mercado formal. Si cada vez hay menos librerías también se reducen las posibilidades efectivas de que el libro llegue a los lectores.
¿El encarecimiento del precio de los periódicos afecta de algún modo al lector?
A la larga sí, porque lo primero a lo que tiene acceso un lector es al periódico. Y si al periódico le encareces los insumos y le cargas el IVA, entonces la persona que compraba el periódico un día y un día no, ya solo lo va a comprar los fines de semana.
¿La poca demanda de libros nacionales es culpa únicamente de las medidas tributarias recientes?
El libro ecuatoriano no logra despegar porque los esfuerzos que se han hecho por promocionar el libro ecuatoriano siguen siendo insuficientes. El editor independiente compite de igual a igual con los grandes sellos transnacionales. Un libro de Paradiso, Eskeletra, Abya-Yala, Libresa compite en el mercado con los libros de Alfaguara, Norma, Planeta… Las campañas mediáticas que acompañan los lanzamientos internacionales son inalcanzables para los editores nacionales.
¿Solo hace falta más difusión o también se necesitan más elementos?
El mercado de Literatura en Ecuador no supera los 5 000 lectores. Se puede trabajar para ganar un poco más de confianza pero creo que muchos editores no nos exigimos lo suficiente. Hay que pensar en el lector ecuatoriano cuando va a la percha y se detiene a pensar si lo que le ofrecen merece el gasto, en dinero y en tiempo, que se le pide. Como Ecuador, no hemos logrado desarrollar una marca o un concepto, ni siquiera casa adentro.
¿En este escenario le cabe hacer algo al Estado?
Por supuesto, porque los libros no son solo productos comerciales sino también vehículos de creación y difusión de la cultura de un país y, en esa medida, el Estado no puede ser indiferente.
¿Y el escritor tiene también alguna responsabilidad?
El editor es mayormente responsable porque de alguna manera establece qué se publica y qué no, y eso define la naturaleza del mercado. Por otra parte el concepto de escribir profesionalmente recién está empezando a nacer en Ecuador, pero aún es algo bastante esporádico.
¿Cómo pinta 2010 para el negocio editorial?
Mi impresión es que la oferta, en general, se va a reducir. En 2009 grandes apuestas internacionales no cuajaron como se esperaba. La economía seguirá contraída tanto con las importaciones como con el libro nacional.