Un hombre camina junto a un grupo de laboratorios móviles e inflables equipados con un sistema de extracción de desechos médicos e instrumentos de detección de ácido nucleico covid-19 en Qingdao, en la provincia de Shandong, en el este de China, el 14 de octubre de 2020. EFE
Fueron cinco días. Solo cinco días para realizar 11 millones de pruebas de covid-19 en la ciudad costera china de Qingdao. Se habían reportado 12 contagios comunitarios en un centro sanitario. Las alarmas se despertaron y el Gobierno local tomó la decisión de tomar las pruebas a todos los habitantes.
El origen del brote fue por una mala desinfección de un tomógrafo axial que fue usado por un infectado.
El imponente sistema de control del virus incluía más de 4 000 puntos de recolección de muestras y participaron más de 10 000 trabajadores sanitarios. Según las autoridades, todas las pruebas dieron negativo.
Según la corresponsal en Pekín del diario El País, el mismo día en que se anunciaron los contagios, los pobladores de esta ciudad, famosa también por su cerveza, recibieron información constante y por todos los vehículos posibles. A través de mensajes de texto, redes sociales, los comités vecinales, la Alcaldía y hasta los amigos, la población supo que tenía la obligación de presentarse a los centros médicos.
Según reseña Liu Quing -citada por El País-, tenían tres días para hacerlo.
China, país donde se originó la pandemia del coronavirus, ha tomado severos controles sobre la población, que, por su parte, también ha respondido a las medidas implementadas por el Estado. A diferencia de Occidente, no hay movilizaciones en contra de las restricciones, que pueden incluir un confinamiento en las zonas donde se detecten nuevos casos.