Un mensaje de paz se replicó en las iglesias del país

Familiares y amigos del fotoperiodista Paúl Rivas estuvieron en la misa que se ofició en la Iglesia de La Magdalena. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

Familiares y amigos del fotoperiodista Paúl Rivas estuvieron en la misa que se ofició en la Iglesia de La Magdalena. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

Familiares y amigos del fotoperiodista Paúl Rivas estuvieron en la misa que se ofició en la Iglesia de La Magdalena. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO

La Catedral de Quito estuvo llena. Centenas de personas llegaron hasta la iglesia para rendir tributo al fotógrafo Paúl Rivas, al periodista Javier Ortega y al conductor Efraín Segarra, del equipo periodístico de EL COMERCIO y a los cuatro militares que fueron asesinados en la frontera norte.

“Estoy seguro de que Dios les dará un eterno descanso a quienes entregaron la vida por su deber”, empezó diciendo monseñor Fausto Trávez, arzobispo de Quito, quién presidió la ceremonia religiosa.

A la eucaristía asistieron los familiares de los fallecidos, sus amigos, conocidos y gente que de una manera u otra quería demostrar su pesar por lo sucedido en la zona limítrofe con Colombia. Escenas tristes, condolencias y plegarias se elevaron para pedir por el descanso de quienes fueron asesinados por un grupo disidente de las FARC.

Escenas similares se repitieron en varios lugares. En la mañana de ayer, 15 de abril del 2018, en la iglesia de La Magdalena, en el sur de Quito, se ofreció otra misa en memoria a los compañeros del equipo de este Diario.

La ceremonia religiosa fue convocada por vecinos y directivos de la urbanización Hermanos Cristianos, donde vivía Paúl. Hasta la edificación patrimonial llegaron vecinos, amigos y familiares del fotógrafo de este Diario.

Que la “sangre de personas inocentes no sea derramada nunca más”. Este fue el llamado del sacerdote Édison Fustillo a los asistentes a la eucaristía, que empezó a las 12:30 y se extendió hasta alrededor de las 13:30 de ayer.

Entre los asistentes estuvieron amigos de la infancia de Paúl, como Adriana Merchán. “Amigos casi hermanos, crecimos juntos. Somos familia”, exclamó la mujer, sin poder contener las lágrimas.

Merchán recordaba los días de la infancia en el barrio del sur de la capital. Ella tenía presente la última vez que compartió con su “hermano”, justo el viernes anterior al secuestro. Se veían después de años, pero la complicidad, las risas y el cariño estaban intactos. “Nos dimos un fuerte abrazo. Nos contamos nuestras vidas”.

En otras ciudades como Guayaquil, Cuenca y Ambato también se realizaron eucaristías. Monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Guayaquil, leyó desde el púlpito el mensaje del papa Francisco. Y es que desde el Vaticano, el Sumo Pontífice anunció que recibió con dolor la noticia del asesinato del equipo periodístico de esta empresa, secuestrado en Mataje (Esmeraldas).

“Rezo por ellos y sus familias, y estoy cerca del querido pueblo ecuatoriano, alentándolos a avanzar unidos y en paz, con la ayuda del Señor y de su Santísima Madre”, fueron las palabras que repitió Cabrera durante la eucaristía en la Catedral Metropolitana San Pedro Apóstol, que se celebró en la urbe porteña.

La reflexión de Cabrera comenzó con un clamor por la paz. Luego nombró a quienes sacrificaron sus vidas durante el cumplimiento de su trabajo. A más de Paúl, Javier y Efraín, se mencionó a los infantes de marina Luis Mosquera, Jairon Sandoval, Sergio Elaje y Wilmer Álvarez, víctimas mortales de una explosión el 20 de marzo en una vía de Mataje.

El Arzobispo de Guayaquil hizo un llamado también a la esperanza. “Hay muchas heridas que curar y solo el perdón lo hará (…) Jesús ofrece la paz; que resplandezca la justicia y la solidaridad”.

Mientras que en el atrio de la Catedral de Ambato se ubicaron aspirantes de la Escuela de Formación de Soldados del Ejército sosteniendo pancartas con los nombres de los soldados fallecidos. Junto a ellos, estuvieron otros dos uniformados con un cartel que tenía impresas las fotos del equipo de EL COMERCIO.

Giovanny Pazmiño, obispo de Ambato, se unió al llamado a la unidad y a la paz. Además, pidió no temer durante estos momentos de adversidad. “El miedo nos hace cometer actos imprudentes. Seamos valientes, amigos periodistas y militares, para que cumplan a cabalidad su misión”.

Luego de la misa en la capital de Tungurahua se colocaron ofrendas florales en el parque Montalvo, en el centro.

En tanto, la Arquidiócesis de Cuenca también organizó una misa por las siete víctimas de los últimos actos violentos, en la zona fronteriza, en la Catedral de la Inmaculada Concepción. El acto lo presidió monseñor Marcos Pérez. Al final de la eucaristía se encendieron siete velas en el altar.

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