Redacción Deportes
El motivar a un menor a la práctica del deporte dependerá de un compromiso que nace en el hogar y se extiende hasta su escuela.
Se trata de un pacto de diversión y de entretenimiento, mas no de competencia. Así, el niño se sentirá atraído por determinada actividad y no perderá su interés desde temprana edad.
Su inclusión, según explicó Freddy Vivanco, entrenador de atletismo, debe ser abierta a la gama de posibilidades. “La educación en la base debe ser polideportiva. Entre más ancha sea la base lúdica, más alta puede ser la pirámide y más grande la opción de formar un talento”.
Agrega que un niño aprende a respetar las leyes propias del deporte y más tarde, las aplicará en el diario vivir. También se convierte en su ser responsable, solidario que estimula sus hábitos de higiene y salud.
Cuando un niño conoce la magnitud del deporte y cuenta con un guía especializado, este puede ubicarlo en la disciplina más adecuada y en la que más y mejores resultados alcance a escala personal y deportiva, si ese es su fin.
Vivanco añade que los grandes deportistas, durante su niñez, experimentaron varias actividades. Un ejemplo es el imbabureño Agustín Delgado, quien probó el atletismo antes de involucrarse con el balompié.
De allí que es recomendable que las entidades educativas contraten personal especializado en actividad deportiva con menores y que se organicen actividades de acuerdo con la edad.
Dentro de las escuelas, campamentos deportivos o de verano, también es importante que el padre de familia observe el trato que reciben los niños (todos por igual). Así, se evitan daños psicológicos en el futuro deportista. Recuerde, que el ‘deporte es salud’.
Otro de los beneficios del deporte es que ayuda a un niño con problemas a relacionarse mejor con su entorno y a disfrutar en plenitud de su cuerpo.
Paralelamente, mejora su autoestima, mejoran sus relaciones sociales y, algo muy importante, el niño pierde los temores.