Una mujer pide caridad en la av. Plaza Dañín, a las afueras de un centro comercial. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Mariela tiene 25 años, vive en el sur de la ciudad, en el sector de Las Malvinas, y por estas fechas solicita monedas o cualquier tipo de ayuda a los conductores que se detienen en un semáforo de Urdesa Norte, en el norte de Guayaquil. La acompañan su hija, de 6 años, otras dos jóvenes y un adolescente, en la calle Bálsamos y la Sexta.
Se trata de uno de los grupos que sale a pedir limosna de forma eventual, cada diciembre. El estado de excepción y la presencia del coronavirus en las calles no logra disuadirlos.
“Necesitamos salir ahora más que nunca”, dice Mariela, quien prefiere que se la llame así. Son casi las 16:00 de una tarde reciente, ella y su hija llevan mascarillas de tela, pero dos de sus compañeros no las portan. “Igual está baja (la ayuda), el año pasado para este tiempo recibíamos hartísimas cosas”, comenta.
El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) atiende a 240 personas de forma regular en Guayaquil y en Durán. Lo hace a través de convenio con las fundaciones Fe y Acción, Afro-Ecuatoriana Valle del Futuro y Fortaleza Integral. Se trata de cobertura permanente a personas en riesgo y prácticas de mendicidad, a las que realizan un seguimiento desde agosto pasado.
Pero en diciembre, el número de personas que sale a pedir limosna en las calles se duplica, según Édgar López, director de la Fundación Fe y Acción, una de las que trabaja en el programa de reducción progresiva de la mendicidad.
“El programa incluye asistencia con alimentos y atención domiciliaria, sobre todo para adultos mayores y personas con discapacidad”, dijo el director de la organización.
En la av. De las Américas se aprovecha el cambio de semáforos para pedir ayuda. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
También se ofrecen kits de protección, con mascarillas, alcohol y alcohol gel. “En Fe y Acción asistimos desde agosto a 80 personas, en convenio con el MIES y gracias también a donaciones de los supermercados”, agregó López.
Pero las organizaciones trabajan con usuarios, a quienes han ido registrando en sus bases de datos desde mediados de año. Ahora no cuentan con mayores recursos para atender también la mendicidad eventual que provoca diciembre. Los convenios de cooperación concluyen este mes.
La esquina de la Isidro Ayora y avenida De las Américas, en el norte, es uno de los sitios tradicionales donde cada año se ubican decenas de personas en espera de ‘aguinaldos’ navideños. Pero este año el número llega a 10 adultos.
“La Dinapen (Policía especializada para niños) nos advirtió hace una semana que no viniéramos con niños, por eso hay menos gente. Pero sin ellos nadie trae canastas”, se lamentó una mujer de 26 años. Ella es una madre soltera, que todos los años por diciembre acude al lugar a solicitar dinero, alimentos o juguetes. Llega desde el vecino cantón de Durán. Usa una mascarilla quirúrgica, que trata de renovar cada día con lo poco que recolecta.
En un semáforo en la avenida De las Américas, también en el norte, una mujer porta un cartel de cartón escrito a mano: “Ayúdame para comer”. En las aceras de las avenidas Francisco de Orellana y Plaza Dañín, alrededor de los centros comerciales de la zona, mujeres de la tercera edad se sientan sobre ponchos, por horas, a esperar por la caridad de los transeúntes.
En el centro, la problemática se ubica en las inmediaciones de la avenida 9 de Octubre y a lo largo de calles como Boyacá, Escobedo y Vélez.
El MIES recomienda evitar dar dinero en las calles. “Esa práctica aumenta la mendicidad y propicia vulneraciones de derechos, como la explotación infantil y la violencia hacia personas de los grupos vulnerables”.
El pedido es realizar las donaciones de alimentos en las oficinas distritales del MIES o a través de la página web www.misionnavidad.com.
“Es una problemática que nos preocupa, que nos duele. Ya teníamos problemas y estos se agravan con la pandemia. Este año se espera ver a muchas más personas en las calles”, reconoció Vicente Taiano González, ministro de Inclusión, en días pasados.
Taiano apuntó a un trabajo coordinado con los gobiernos seccionales y organizaciones no gubernamentales, como parte de una estrategia nacional para enfrentar problemas como indigencia, trabajo infantil, movilidad humana y mendicidad, que “se agudizan” en diciembre.
“Más allá de la política pública que se pueda formular para atender a esta población están los esfuerzos que podamos hacer en conjunto. Solos es imposible”, dijo el Ministro.