Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones, Melania Trump vuelve a ocupar el puesto de primera dama de Estados Unidos. Sin embargo, su retorno está marcado por la misma discreción y distancia que la caracterizaron durante la primera presidencia de su esposo.
A diferencia de otras primeras damas, Melania mantuvo un perfil bajo y apareció solo en momentos puntuales de la campaña. En la contienda electoral, Melania se mantuvo en un papel secundario, casi inexistente.
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No acompañó a su esposo en los mítines, y apenas ayudó a la convención republicana, donde posó junto a Trump sin dar un discurso. Hubo quienes cuestionaron la imagen de matrimonio feliz que ambos proyectaron en el evento.
Según informaciones de medios estadounidenses, Melania (54 años) no tiene planes vivir en la Casa Blanca. Al contrario, prefiere llevar su cotidianidad entre Palm Beach, Florida, y Nueva York, como lo hizo durante la presidencia anterior.
Su participación en la campaña fue tan escasa que algunos analistas y simpatizantes de Trump esperaban que su hijo, Barron, tuviera mayor protagonismo, pero eso tampoco ocurrió. A sus 18 años, Barron está próximo a ingresar a la universidad, y su madre habría intervenido para mantenerse al margen de los focos de la política. Hizo lo mismo en la primera presidencia de Trump.
Una defensa que sorprendió
Aunque Melania lanzó recientemente sus memorias, tituladas simplemente ‘Melania’, el impacto ha sido escaso. El libro relata aspectos de su infancia en Eslovenia, sus experiencias en el mundo de la moda y su tiempo en la Casa Blanca, pero no ha suscitado controversia.
Lo que tuvo algo de atención fue su defensa del derecho al aborto. El asunto sorprendió porque contrasta con la postura del Partido Republicano. En el libro, Melania afirma que siempre ha defendido el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos.
Melania solo rompió el silencio para condenar el intento de asesinato contra Donald Trump. La exmodelo emitió un comunicado en el que mostró su apoyo.
Todo eso alimenta las especulaciones de que su rol como primera dama será, nuevamente, simbólico y distante. Aunque este 6 de noviembre de 2024, reapareció junto a Trump para celebrar su victoria y una vez más fue seguida de cerca por los medios, pero la cobertura se centró más en sus estilismos y atuendos que en cualquier comentario o acción relevante.