Médicos viven este Día del Padre en medio de su batalla al covid-19

El médico Ricardo Arteaga comparte con su hija Renata. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.

José Alejandro acerca una taza a la pantalla para dar ‘la comidita’ a su papá. Luego le dice “vamos a dormir”, pone el celular junto a su brazo y se queda dormido, mientras el médico intensivista de 31 años, José Ayala, vela su sueño a través de la cámara.
Hace dos meses comenzó a atender pacientes con covid-19 en el Hospital del IESS Quito Sur. Desde entonces decidió no ver a su hijo de dos años para evitar ponerlo en riesgo. Planeaba verlo este domingo 21 de junio del 2020, que es el Día del Padre. No podrá, pues el 23 de mayo comenzó con síntomas de covid-19 y luego le confirmaron que se infectó.
El galeno, que hoy pasará solo, en una habitación de la casa de sus padres, pide mayor conciencia ciudadana. “Tenemos que separarnos de nuestras familias para ayudar a que otras personas sobrevivan, cuídense”, dice, y comenta que solo podrá abrazar a su hijo cuando, por ejemplo, vea que las camas del hospital ya no estén llenas.
Hasta el viernes 19 de junio se confirmaron 3 633 casos de coronavirus en el personal de salud del país. El 52% de ellos es médico y, además, se diagnosticó a 911 enfermeros, 463 auxiliares de enfermería, 111 obstetras, 102 odontólogos y 60 psicólogos.
La cantidad de personal médico contagiado representa el 7,31% del total de diagnósticos positivos a nivel nacional. El viernes la cifra alcanzó 49 731.
Los trabajadores de la salud viven este Día del Padre entre el cumplimiento de su labor profesional y la precaución para evitar contagiar a su familia, especialmente a sus hijos.
Ricardo Arteaga, intensivista de 51 años, está a cargo de la crianza de su hija Renata, de 13 años, desde julio del 2019, tras su separación. Por eso pese a los riesgos vuelve a casa, luego de atender a pacientes con covid-19, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Carlos Andrade Marín.
Él, como sus colegas, tiene temor de infectar a su hija asmática y a su madre hipertensa, de 78 años. Pero es la realidad que los médicos deben vivir, siempre están expuestos y se desinfecta al salir del hospital y al llegar a casa. A las dos semanas de empezar a recibir pacientes, Renata presentó molestias respiratorias y le aplicaron una prueba PCR. “Solo estuve tranquilo cuando vi el resultado negativo”.
Arteaga hace turnos de 25 horas seguidas, cada cuatro días. “De eso me recupero al tercer día. Los trajes son calientes, llevar la máscara nos provoca dolor. Es agotador”.
Sin embargo, cuando está en casa, Ricardo cocina espagueti, caldo de gallina, crepes, carne asada, camarones salteados e incluso pasteles.
El virus nos ha puesto a la defensiva como si se tratara de una guerra, dice la psicóloga familiar Montserrat Gortaire. Los médicos que son padres -explica- se enfrentan doblemente a ese enemigo. Primero al combatir el virus y luego al volver a casa con el temor de contagiar a quienes aman.
Frente a eso -señala la especialista- es fundamental la contención en el hogar. Gortaire recomienda equilibrio entre la familia y el deber profesional.
Eso es lo que trata de hacer a diario Rafael Salazar, emergenciólogo de 33 años, que trabaja en el Pablo Arturo Suárez, que atiende exclusivamente a pacientes con covid-19.
Su esposa Selene es médico residente de cirugía. Por lo que esta pareja siempre ha aplicado un sistema de ‘postas’ para el cuidado de su único hijo, Benjamín, de 2 años.
Al terminar su turno se ducha, llega a casa y se vuelve a desinfectar y entonces abraza a su hijo, que sale corriendo y al verlo repite “papá, papá”.
“No tenemos opciones, otros colegas encargan a sus hijos. Nosotros queremos que siga en su mundo de colores, sin dejar de vernos”, señala. Este domingo, el emergenciólogo estará cumpliendo un turno. Y no podrá pasar tiempo con su hijo, no habrá festejo por el Día del Padre. Pero esa situación no es nueva para el personal de salud, apunta.
Herramientas de contención emocional también se encuentran en el grupo de trabajo, señala Adriana Oñate, jefa del servicio de psicología del Hospital Metropolitano. La especialista recomienda conversar entre compañeros sobre los miedos que tienen, no dejar de compartir sentimientos, mantener la comunicación con los chicos.
Arteaga, el intensivista del Carlos Andrade Marín, no deja de pensar en las familias que hoy recordarán al padre que se llevó el covid-19. Guarda en la memoria todas las historias. En un turno, cada médico se encarga de ocho a 10 pacientes y de telefonear a sus parientes.




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