Esteban Asnalema en el Centro de Salud de La Argelia, en el sur de Quito. Foto: Cortesía Familia Asnalema Torres
En casa era el consentido de mamá, el único varón de seis hijos, el que cuidaba a sus cinco hermanas, el molestoso, el alegre. Toda la familia recuerda los detalles que caracterizaban a Esteban, el médico asesinado el sábado 7 de noviembre, cuando regresaba a casa.
Aquella noche, él y otros dos amigos volvían de una fiesta. Tomaron un taxi y pactaron un precio para que el conductor dejara a cada uno en sus viviendas. El primero se quedó en Chillogallo, en el sur de Quito. Luego recorrieron la avenida Mariscal Sucre, rumbo a los otros dos puntos.
María Torres, de 63 años, y su esposo Bolívar Asnalema de 59 años, padres del médico Esteban Asnalema. Foto: Javier Ortega / EL COMERCIO
En el sector de la Mena Dos el taxista pidió otro valor. Esteban, de 28 años, y su amigo optaron por bajarse de la unidad. Mientras caminaban por una de las calles de esa zona encontraron a dos hombres, los médicos preguntaron por una tienda y la pareja les señaló un lugar unos metros más adelante.
Caminaron y entraron a un pasaje sin salida. Cuando intentaron volver, se dieron cuenta de que los dos hombres que les guiaron los habían seguido. Los sospechosos les pidieron dinero. Esteban se resistió y recibió una puñalada en el abdomen, según la versión que entregó hoy, 11 de noviembre del 2015, la familia Asnalema a EL COMERCIO.
El arma lesionó el intestino grueso y delgado, el riñón y la aorta abdominal. Una ambulancia lo trasladó al Hospital Carlos A. Marín; allí le operaron, pero las graves heridas segaron su vida poco después.
Bolívar, padre de Esteban y médico también, cree que el arma era de unos 20 centímetros de largo. “Le penetró desde el abdomen hasta atrás. En el hospital recibió 10 pintas de sangre, unos seis litros”, explica con el conocimiento que tiene en medicina general.
Esta mañana, Asnalema tuvo la dura tarea de ir al centro de salud de La Argelia, en el sur de la ciudad, donde trabajó su hijo los últimos seis meses, para retirar la bata y otros implementos que él utilizaba.
En esa casa de salud sus pacientes se convirtieron en amigos. Cada miércoles desarrollaba sesiones de bailoterapia con adultos mayores. El cariño de las personas que atendió fue evidente ayer, martes 10 de noviembre, cuando asistieron al entierro.
El médico quiteño realizaba todos los miércoles sesiones de bailoterapia con adultos mayores en La Argelia. Foto: Cortesía Familia Asnalema Torres
Esteban deseaba ser cirujano. En mayo regresó al Ecuador, luego de nueve años de estudio en Cuba. Sus aptitudes y las “excelentes notas” le permitieron acceder a una beca para estudiar en ese país.
Se tituló en Medicina Familiar y en Quito debía permanecer dos años antes de acceder a una especialización. El crimen apagó esa meta.
En casa, ahora María ya no tiene a quién consentir. Cada noche, ella preparaba café a su hijo. Era una costumbre para paliar el cansancio del trabajo. “Siento una soledad muy fuerte”, lamenta la mujer de 63 años. Mientras habla de Esteban, su esposo Bolívar la escucha, agacha la cabeza y se pasa las manos por el rostro.
Él es auquista, su hijo seguía a la Liga de Quito. En agosto, toda la familia visitó la Caldera del Sur. Esteban llevó a su padre a una zona rodeada de hinchas blancos. Al final, los orientales ganaron 3-2. “Ya ves, para eso me traes acá. Allá (donde están los seguidores del Aucas) debimos ir. Nos hicimos bromas por eso”, recuerda Bolívar.
En casa también quedaron las pesas y las máquinas que compró para levantar un gimnasio. Era aficionado al fisicoculturismo y cada noche, luego del trabajo, se ejercitaba.
Pese a los 9 nueve años que pasó en Cuba, el gusto por la comida ecuatoriana no desapareció. En estos seis meses, su madre le preparaba habas tostadas, chocho, tostado y papas. Eran sus alimentos preferidos.
En la sala hay un altar que levantó la familia. En medio de los ramos de flores hay fotos de Esteban. En una, él está acompañado de un niño. “Gracias por tu labor y amor al cuidado de niños. Siempre estarás en nuestros corazones. Aldeas S.O.S. CIBV Argelia”, se lee a un costado de la imagen.
En la Lucha de los Pobres todos lo conocieron. En años pasados, los vecinos consultaban a Bolívar las molestias físicas que tenían. En los últimos seis meses, Esteban se convirtió en el médico del barrio. “Deja un gran vacío”, lamentan.
Por ahora no hay responsables del crimen…
Aldeas S.O.S. entregó esta imagen a la familia como una muestra de agradecimiento por el trabajo del médico con los niños de La Argelia. Foto: Cortesía Familia Asnalema Torres