El 25 de julio de 2017, agentes de la Policía y Fiscalía allanaron un laboratorio clandestino en las afueras de Cuenca. Foto: Cortesía Fiscalía
La casa está ubicada en el centro de Cuenca, justo frente al río Tomebamba. Tienen dos pisos y sus paredes son de color marrón. Frente a la fachada hay tres parqueaderos. En uno de esos está abandonado un letrero que dice importaciones.
Hasta hace 15 días, allí funcionaba una empresa que traía fármacos desde China. Pero desde que la Policía allanó esas oficinas y la Agencia de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) le retiró los permisos de funcionamiento, el lugar se convirtió en un bazar y ahora se oferta todo tipo de decoración para fiestas.
Agentes de la Policía aún monitorea esas instalaciones, pues aseguran que la importadora fue una fachada para montar una red que se dedicó a la producción y distribución de medicamentos falsos.
Estos eran enviados a 31 ciudades de Loja, Azuay, Cañar, El Oro, Sucumbíos, Tungurahua, Pichincha y Santo Domingo.
La empresa funcionaba hace 15 años. Tenía permisos para importar medicinas y venderlas en farmacias. Así logró evadir los controles del Arcsa.
Sus técnicos recuerdan que era un local casi vacío. Había un escritorio y cajas pequeñas en donde guardaban pocos medicamentos. El dueño, quien ahora es procesado por presunta falsificación de fármacos, les decía que la empresa estaba a punto de quebrar y que lo poco que importaba no le generaba ganancias. Pero en las afueras de Cuenca esa empresa tenía un laboratorio clandestino, valorado en USD 500 000.
Este Diario llegó a ese lugar el miércoles 2 de agosto de 2017. El lugar está ubicado en una colina en donde existen sembríos de maíz y terrenos baldíos.
Para llegar al sitio hay que recorrer 15 minutos por un camino de tierra. En la entrada está un patrullero y tres agentes custodian el lugar, que fue allanado el martes 25 de julio.
En el interior existe una bodega con centenas de cajas de fármacos ilegales listos para ser distribuidos. En un pizarrón están las rutas y destinos en donde entregaban las medicinas. Por ejemplo, en la Amazonía iban a Macas, Sucúa, Méndez, San Juan Bosco, etc.
En la Sierra, en cambio, se entregaban en Quito, Cuenca, Azogues, Biblián, Loja, Ambato, Gualaceo, Paute y otras.
En la Costa, llegaban a Guayaquil, Machala, Huaquillas, Pasaje, Puerto Bolívar, Santa Rosa y El Guabo.
En 10 farmacias de Cuenca (una funciona con 23 sucursales), sus administradores indican que adquirieron estos fármacos porque la empresa incluso llegó con visitadores médicos que ofertaban pastillas para las úlceras, dolor de cabeza, gastritis, diabetes, cáncer, etc. Ahora, el producto, que todavía no ha sido retirado, está en cuarentena.
El Arcsa ordenó que se mantenga alejado de las perchas.
En Cañar, en cambio, los dueños de las farmacias aseguran que sí adquirieron ese producto, pero que vendieron antes de que el caso estallara.
El coordinador zonal de Salud, que cubre Azuay y Cañar, Oswaldo Suárez, dice que hasta el momento no tiene reportes de personas afectadas.
Pero médicos como Santiago Carrasco explican que el riesgo inmediato de consumir estos productos es la intoxicación, afectación al hígado o alteración de todo el organismo.
En Quito, los policías tratan de determinar en qué farmacias entró el material ilegal.
En los locales aseguran que no han detectado nada irregular y que todo se adquiere a laboratorios internacionales y nacionales que tienen el aval, para sus operaciones.
En Guayaquil, los policías detectaron que la venta ilegal es frecuente en sectores populares, como la Bahía.
En ese sitio se puede conseguir en USD 1 un jarabe multivitamínico para niños. Una de las vendedoras pide chequear la fecha de caducidad, que es en el 2018; aunque la caja luce vetusta y sucia, al igual que frasco de su interior.
Pero también se puede adquirir, por ejemplo, una caja de antibióticos para infecciones respiratorias, urinarias y de la piel en USD 1,60, elaborada en el 2015 y que expiró en enero del 2017. La venta sigue, pese a operativos como el de junio, cuando fueron allanados 129 locales comerciales.
La red delictiva descubierta en Cuenca usaba cinco empresas de transporte para enviar los cargamentos a las ciudades, pues lo hacía como encomiendas. Las investigaciones determinaron que adulteraban 200 tipos de productos.
De hecho, los nombres de cada uno estaban detallados en otro pizarrón de la bodega.
En ese sitio hay cuatro cuartos con ventanas grandes. Todas fueron tapadas con plástico negro para evitar que desde afuera se viera las maquinas que usaban para empacar el producto importado “al granel”, en fundas plásticas.
La Policía y el Arcsa indagan cómo traían los cargamentos, pues está prohibido que las medicinas entren sin estar empaquetadas. De allí, que los costos eran menores.
Los agentes detectaron que estas medicinas se comercializaban en 80 locales de las 31 ciudades, pero no descartan que sigan apareciendo más.
El miércoles, el Arcsa emitió un comunicado para prohibir la venta de los medicamentos que distribuía la empresa que ahora es investigada, pues se calcula que vendían productos que caducaron en el 2001.
Además, este negocio ilegal le dejaba ganancias entre USD 60 000 y USD 100 000 al mes.
Por eso, la Fiscalía indaga las propiedades del dueño de la empresa, quien está libre, aunque debe presentarse cada semana en la Fiscalía. Este Diario quiso hablar con él, pero prefirió no hacerlo.
En contexto
En agosto del 2014, se tipificó la falsificación de medicamentos en el Código Integral Penal. Desde entonces, la Policía ha decomisado 16 toneladas de medicinas falsificadas y adulteradas. El primer operativo se realizó en Quito, en diciembre del 2015.