IImagen referencial. Una médica quiteña contagió a su padre y a su bebé de covid-19 tras haber recibido un resultado errado de la prueba PCR a la que se sometió. Foto: Pixabay.
El primer día de julio del 2020, la médica Elena -nombre protegido- ingresó al hospital público, en donde labora, por el área de emergencia. Lo hizo porque presentó síntomas relacionados con covid-19, es decir, malestar general, tos y fiebre mayor a 38 grados. En ese espacio le hicieron un hisopado nasofaríngeo (test de diagnóstico PCR) para descartar o confirmar la infección. Se sentía mal, pero al siguiente día le entregaron el resultado de una forma poco convencional.
“Me enviaron un mensaje por WhatsApp, en el que me dijeron que el resultado salió negativo, por lo que sentí un gran alivio”. Con el descartado, esta profesional de la salud fue a su casa para compartir con su familia: padres y su pequeño bebé. Sin embargo, los síntomas no cesaron. Tres días después perdió el olfato y el gusto -malestares propios de la nueva cepa de coronavirus-. “No comprendo si leyeron mal la prueba o fue un falso negativo”, dice esta trabajadora en entrevista con EL COMERCIO.
Lo cierto es que Elena barajó la idea de hacerse la prueba de forma particular, pero no tenía un certificado médico que avale su malestar, por lo que tuvo que ir a su sitio de trabajo. “Me faltaba el aire y no lograba estar tranquila, por lo que me hicieron una tomografía, en la misma se evidenció que el 16% de mis pulmones estaban comprometidos”.
Luego de ello le dieron reposo durante tres días. Le repitieron el examen de PCR y resultó positivo. “Dijeron que hubo una equivocación, ya que desde el 2 de julio ya sabían que mi test confirmó el contagio. De pronto están leyendo mal, pero nadie me dio una explicación sobre ese grave error”.
Producto de ello, su padre y su bebé se contagiaron con covid-19. El primero tuvo algo de malestar. Mientras que su hijo presentó diarrea y fiebre. Afortunadamente -relata- ambos están controlados. “Yo los estoy cuidando y los he mantenido en buen estado; ninguno ha requerido oxígeno adicional”. Ella sí lo usa en su casa. “Con ello me he mantenido estable. Luego de estos 10 días de enfermedad ya he pasado lo más crítico”.
Sin embargo -dice- estar indignada que debido a que le entregaron unos “resultados erróneos” infectó a su familia. “En los hospitales desgraciadamente no realizan el seguimiento necesario a los médicos que presentamos síntomas; no soy el único caso. Un compañero contagió a su padre y este no resistió”.
Ella considera que se debería testear más seguido a los profesionales de la salud, ya que están en primera línea de atención. “Nosotros tenemos contacto directo con los pacientes, por lo que es necesario que nos realicen las pruebas”.
También manifiesta que no hay suficientes equipos de bioseguridad. Por ejemplo, quienes laboran en la unidad de terapia intensiva solo reciben una mascarilla. “Es terrible, ya que se requiere mayor protección”.
A más de 100 días desde el anuncio del primer caso de coronavirus en Ecuador, el 29 de febrero del 2020, esta profesional de la salud asegura que no se han superado algunas fallas en el sistema público. “No hay vigilancia; no se realiza el aislamiento a los contactos ni se aplica cercos a los sospechosos. Además hay personal que no está capacitado para estar a cargo de las áreas de epidemiología de las casas de salud”, se lamenta.
¿Cómo está la situación en la capital? Hasta este jueves 16 de julio del 2020, la capital registra 10 208 casos; es la segunda ciudad con más infectados y la primera en Pichincha.
Los servicios hospitalarios en Quito continúan copados. 131 de las 132 camas de terapia intensiva estaban ocupadas, es decir, el 99,24%. Mientras que 38 de las 365 estaban libres en hospitalización, es decir, 89,59%, según cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud, con corte al miércoles 15 de julio del 2020.
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