Amanezco y no puedo escribir sobre muchos temas, porque están prohibidos. Veo los noticieros locales, en este caso, de Quito, en los cuales preguntan la opinión de la situación de la ciudad. ¡Qué desastre! ¡Qué haga algo el Alcalde! ¡Que demuestre que está dedicado a la ciudad!
Cierto es que es uno de los peores inviernos que la ciudad ha sufrido en los últimos 37 años. Lo mismo hemos escuchado año tras año, desde hace muchos, para excusar la falta de planificación a mediano y largo plazos. Las calles, dicen los ciudadanos usuarios, son un peligro. Los baches, después del anunciado amplio programa de “bacheado”, han causado el efecto contrario. Será que bacheado se refiere a abrir huecos y dejarlos así. Alguna periodista tuvo la ingeniosa idea de medir los huecos y descubrió que algunos tienen 20 o más centímetros de profundidad y hasta dos metros de diámetro. Iniciar la repavimentación y dejarla a medias está de moda. Permitir los deslaves porque nadie ha hecho un estudio constante de las nuevas zonas de riesgo en las diferentes e importantes avenidas, tomando en cuenta que la naturaleza es viva y evoluciona a diario, seguramente, les parecerá una pérdida de tiempo. Las calles se inundaron porque la campaña, propia del Municipio y no de los ciudadanos, de revisar colectores y desfogues de agua, nunca se hizo, incluso ante la amenaza de un fuerte invierno que ya llegaba y se sabía. Que nunca más se desalojen personas a último momento, sino a su debido tiempo con la dignidad que merecen.
El pico y placa en su primer aniversario ya no funciona y el tráfico es infernal. El transporte público seguramente mejorará cuando se pongan a funcionar las nuevas unidades con un costo de millones, pero todavía habrá que ver. La basura se amontona en esquinas y a pesar de la queja ciudadana, nada se ha hecho, a pesar de que la solución de volver a lo público y munici-pal, era mágica.
Para las quejas sobran las palabras y falta el espacio, como falta la decisión de tomar acción, no solo en las áreas mencionadas, sino en muchas más. Prueba de que la administración de una urbe metropolitana, no es un tema político o de ideología, sino que se relaciona con la ciencia del manejo integral de un variopinto conglomerado humano y sus necesidades que no pueden esperar. La acción, como lo dice la gente en sus cortas apariciones televisadas, es urgente, comienza hoy y no para nunca, dedicándose única y exclusivamente a las labores para las que fue electo Burgomaestre de una gran capital en constante cambio y crecimiento. Todavía hay remedio para la enfermedad, que el doctor medique y demuestre que sabe curar.