Las parejas siempre tienen diferencias entre ellas. Algunas se quejan por problemas económicos, otras tienen diferencias a la hora de criar a los hijos. Incluso el nivel de independencia del hombre o de la mujer puede afectar la relación. Los parientes políticos también pueden ser una piedra en el zapato.
“La verdad
debe ser una necesidad a la hora de
hablar con la pareja antes de casarse”.Todos estos hechos pueden resumirse en cuatro aspectos: problemas de comunicación, diversidad de valores, alteraciones biológicas y diferencias sociales.
El primer punto tiene que ver con la forma de comunicarnos. Los inconvenientes surgen, a veces, porque la gente no sabe pedir y da órdenes. También cuando no reconocemos lo que nos está entregando nuestra pareja. El punto fundamental es que a menudo no pueden comunicar adecuadamente sus sentimientos. Por eso es necesario establecer canales para hablar sobre el tema de las caricias, por ejemplo, o del uso del tiempo libre.
Otro tema importante es el relacionado con el tema de los valores. El hecho es que cada uno trae de su familia ciertas convicciones de lo que está bien o mal y a veces no hay coincidencias.
El psiquiatra Héctor Cevallos tuvo un caso de estos. Había un hombre que encontró a su pareja perfecta, compartían muchas cosas y tenían ideas comunes. Sin embargo, él quería vivir en Estados Unidos y ella odiaba ese país. Esas convicciones hizo que se separaran. Era difícil que se concilien sus posiciones. Por eso, antes de casarse o iniciar una relación formal es necesario abordar estos aspectos.
Algunas parejas se casan sin saber las convicciones y las metas del otro. Y eso puede afectar a la larga, puesto que la vida del uno puede interferir con la del otro y será difícil cumplir objetivos.
Esto no quiere decir que las posiciones entre los dos tienen que ser completamente similares. Hay que entender que siempre habrá enfrentamientos, pero cada uno debe saber que no necesariamente tiene que ganar.
Sin embargo, si hay valores y convicciones que no pueden cambiarse, lo mejor es no seguir adelante, pues en ciertos casos hay posturas que son irreconciliables.
El tema de las diferencias biológicas también generará problemas durante la convivencia. Por ejemplo, si la chica tiene mucha actividad en el día y en la noche le gusta descansar es poco probable que compagine con alguien que lleve horarios distintos. Esto no quiere decir que se debe desechar la relación, puesto que es natural, por ejemplo, que la mujer quiera tener más actividad sexual en la noche y que el hombre tenga más deseos en la mañana. No obstante, antes de iniciar una relación formal también es necesario enterarse de estas rutinas.
A veces también es indispensable conocer el carácter del otro. Eso de que los polos opuestos se atraen no es tan equivocado si tomamos en cuenta que a la hora de formar una pareja es mejor que se unan una persona de temperamento fuerte con otra más tranquila.
Cevallos explica que cuando una sustancia conocida como cortizol se eleva rápidamente en el organismo, la persona es más impulsiva y reacciona de mala manera. En cambio, si esta sustancia tarda en subir, la persona es más controlada.
Por todos estos motivos es necesario conocer de antemano si uno de los cónyuges tiene algún tipo de enfermedad crónica, ya que de otra forma se podría malinterpretar ciertos comportamientos. Por ejemplo, una persona que tenga insuficiencia cardíaca se va a cansar fácilmente y si su pareja le lleva a un baile va a querer estar algún tiempo sentada. Si su esposo o esposa no conocen de su enfermedad pueden pensar que no baila porque no le quiere o porque algo anda mal en la relación. Igualmente, algunas enfermedades hacen que la persona reaccione lento, es decir no responde con rapidez. Eso pudiera alterar al otro. Sin embargo, no es un problema de amor sino de características biológicas.
El cuarto punto está relacionado con los ingresos económicos. No por nada se dice que cuando la necesidad entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Cevallos cuenta el caso de un maestro que tenía ingresos económicos promedio, pero llegó un momento en que por la situación del país, le empezaron a pagar tarde. Eso molestó a su esposa, aunque la deficiencia de recursos no se dio porque él no tenía trabajo o no quería trabajar.
Como se ve, cada caso es único. Y cada uno tiene una fórmula de solución diferente. En algunos casos se requiere ayuda médica, en otros tolerancia de lado y lado para conciliar posiciones.
Otro caso es el de una pareja que se comprendieron, que se amaban pero ella había tenido otras parejas sexuales antes. Él era virgen y no concebía esta situación. Sus puntos eran irreconciliables. Así que optaron por separarse antes de seguir con una relación en la que este tema pudo ser la causa de muchas peleas y enfrentamientos.
Varias de las convicciones que tenemos han sido elevadas a categoría de verdades por muchos años. En algunos casos no hay formas de rebatirlas y eso puede alterar nuestras vidas. Una de las técnicas para entender cuánto bien nos están haciendo es buscar las ventajas y las desventajas de las cosas que pensamos. Si usted mira que lo que piensa le hace daño, mejor es desecharlo. Y comenzar de nuevo.
En todo caso, el consejo es no casarse de forma impulsiva. Cada persona debe razonar antes de tomar esta decisión. Por eso es importante la sinceridad absoluta con el otro. No es bueno empezar un noviazgo con mentiras. Antes de iniciar un proyecto mayor hay que hacer todas las preguntas que se necesitan. Para eso, se necesita siquiera unos 6 meses de relación, aunque a veces ni siquiera el tiempo es necesario sino la calidad de las cosas que comparten y que permiten conocerse mejor.
Hay que tener en claro que no hay parejas perfectas pero sí compatibles. Para saber si lo somos es necesario conversar de todo e incluso abordar un tema por más de una ocasión. Cuando las personas se enamoran no ven con realismo al otro. Pero estar enamorado no es amar. Hay que evitar idealizar a la pareja, porque allí vienen las rupturas.