Alexandra Naranjo, experta en reproducción humana, atiende a pacientes en la maternidad Luz E. Arismendi, en el sur. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
No se dio por vencida. Aunque las opciones de convertirse en madre eran más reducidas a sus 38 años, Cristina (nombre protegido) decidió intentarlo una vez más. Ella fue derivada al Hospital Público Gíneco-Obstétrico de Nueva Aurora Luz Elena Arismendi, (Hgona), en el sur de Quito.
Después de los análisis que le practicaron, los médicos le detectaron una miomatosis uterina. Trece tumores anclados en su útero le impedían quedar embarazada.
Diego Villacís es médico especialista en esa casa de salud y participó en la intervención quirúrgica, en la que le retiraron las formaciones benignas. Seis meses después, ella cumplió su sueño y quedó en cinta.
Desde enero del 2018 el establecimiento implementó el área de fertilidad como parte de su oferta de atención hospitalaria de tercer nivel. Los pacientes que acuden a la maternidad de Nueva Aurora son derivados desde los centros de salud de la red púbica.
La atención se enfoca en casos de infertilidad primaria o básica. Es decir, cuando las causas que impiden que una pareja conciba un bebé se deben a problemas anatómicos de la mujer o del hombre.
En los seis meses que está operativa esa área ya se han identificado las patologías más comunes que afectan a la fecundidad, sobre todo en las mujeres. Estos casos corresponden a obstrucción de las trompas, pólipos endometriales y miomas uterinos.
En ese hospital, perteneciente al Ministerio de Salud e inaugurado el 2016, también se realizan espermatogramas y consultas urológicas, para descartar que la causa de la infertilidad esté relacionada al sistema reproductivo del varón.
Obligatoriamente -subraya Villacís- a la consulta debe acudir la pareja. Luego de las valoraciones, los expertos determinan si se requiere realizar un procedimiento quirúrgico o solamente un tratamiento hormonal.
Desde que se inauguró el área de fertilidad en la maternidad del sur de la capital ya se han realizado 618 atenciones.
Hasta el área de fertilidad también llegan mujeres que han superado la etapa de fecundación, pero cuyo organismo no fue capaz de mantener con vida al feto en el vientre.
Una paciente, de quien los médicos pidieron reserva de su nombre y edad, perdió cuatro bebés por esta causa. Los fetos ya superaban las 24 semanas, pero su cuello uterino no podía permanecer cerrado hasta el final de la gestación.
Los especialistas realizaron un cerclaje laparoscópico, un procedimiento el que se coloca una especie de cinta alrededor del útero para mantener el embarazo hasta su término.
En el país no hay cifras sobre pacientes con infertilidad. Pero según el anuario de estadísticas hospitalarias del INEC, en el 2016 hubo 732 egresos por infertilidad femenina en hospitales públicos y privados del país. La mayor parte de atenciones se concentró en mujeres de entre 35 y 44 años.
En el mismo período hubo 121 egresos a causa de esterilidad de varones, principalmente entre 25 y 34 años.
También, desde hace tres años funciona una clínica de fertilidad en el Hospital Eugenio Espejo. Todavía no se hace fertilización in vitro.
Los tratamientos de reproducción asistida se concentran en la consulta privada y hay 13 registrados en el Ministerio de Salud. Siete están en Quito.
En el proyecto de Código Orgánico de Salud, que en mayo del 2017 pasó el primer debate, se busca regular a los centros que ofrecen técnicas de reproducción asistida, así como a los vientres subrogantes. Entre otras cosas, se pide un registro de donantes de óvulos y esperma y se prohíbe que haya compensación económica.
El tema de la infertilidad es aún un tabú en la sociedad ecuatoriana, según Alexandra Naranjo, médica ginecóloga del Nueva Aurora y experta en reproducción humana. Ella recordó que la incapacidad para conseguir un embarazo puede deberse a factores anatómicos, infecciosos, genéticos, etc.
La OMS define a la infertilidad como una enfermedad del aparato reproductor, que impide tener un embarazo clínico tras 12 meses o más de relaciones sexuales sin protección. Afecta al 15% de parejas.
A la maternidad del sur de Quito también llegan frecuentemente mujeres que buscan una recanalización de trompas. Ellas, años atrás, se sometieron a ligaduras para no tener más hijos, pero debido a fallecimientos inesperados, por ejemplo, buscan una nueva oportunidad para tener bebés.
Estos casos forman parte de lo que se denomina infertilidad secundaria. Para acceder a este procedimiento, las pacientes son evaluadas por psicólogos, deben ser menores de 35 años, de preferencia, y haber procreado pocos hijos.
La experta recordó que hace varios años se practicaron muchas ligaduras sin el consentimiento de las madres, pero los tiempos han cambiado.
El ginecólogo Villacís relató que meses atrás llegó a la maternidad del sur una paciente enviada desde una casa de salud de Manabí. Sus dos hijos murieron en el terremoto que afectó a esa provincia el 16 de abril del 2016. El deseo de la señora era ser madre otra vez, pero se había sometido a una ligadura años atrás.
Los médicos analizaron el caso y realizaron el procedimiento. Luego de tres meses se evaluó la permeabilidad de las trompas para empezar el proceso que le permita quedar embarazada otra vez.