Soledad tuvo a Benjamín el 18 de abril, a la semana 34 del embarazo. Tras 15 días en cuidados intensivos e intermedios, el bebé está en casa con su hermano Juan José. Foto: archivo particular
Estos 55 días en confinamiento, por el covid-19, dejan ya un antes y un después en la memoria. Mucho más para mujeres que viven el embarazo, el parto y los primeros meses de maternidad. Este Día de la Madre sin duda quedará grabado como una fecha singular, sin mayor festejo que el saberse acompañadas por sus hijos.
Soledad Donoso entraba en su semana 34 de embarazo (son hasta 40), cuando el 17 de abril perdió el agua de fuente. Al llegar a la clínica en donde, al día siguiente, nació Benjamín, se encontró con estrictas normas de prevención e higiene. La madre y quienes la atendieron nunca dejaron de usar mascarillas. Por utilizarla se le hacía más difícil respirar. Así que -recuerda- en el monitoreo fetal los latidos del bebé aparecieron más acelerados.
A las 04:00 del 18 de abril empezaron las contracciones. En media hora, la madre dilató y tuvo un parto normal. Benjamín nació prematuro, con pulmones aún inmaduros y un problema intestinal.
Eso lo mantuvo dos días en cuidados intensivos y 12 más en intermedios. Soledad fue dada de alta al día siguiente. Así que, superando restricciones de movilidad y cuidándose al exponerse al exterior, acudía todos los días a ver a su bebé.
Fueron tiempos duros, en los que ella y su esposo tenían ropa asignada para ir a la clínica. Se despojaban de las prendas antes de entrar a la casa, para proteger a Juan José, de 3 años.
Así vieron la evolución de Benjamín, quien fue dado de alta hace ocho días. “Crece, estamos juntos, felices y ya no hay esa preocupación de todas las mañanas por tener que salir y exponernos a un contagio”.
Toda paciente que llega a un hospital con labor de parto, aunque no sea positiva para covid-19, debe ser tratada como si lo fuera, señala el ginecólogo y obstetra Andrés Calle. Esto porque se ha comprobado que por cada persona contagiada hay unas 25 más que lo están, pero no presentan síntomas.
Como parte de los exámenes de rutina -comenta Calle-, lo primero es aplicar una prueba para descartar el coronavirus. Y si la paciente da a luz por parto normal, mientras más rápido salga del hospital es mejor.
Hasta hace una semana -apunta el médico- había unos 390 nacimientos en el mundo, de pacientes con covid-19. Pero aclara que no se ha comprobado la existencia de transmisión vertical (que el niño nazca contagiado por su mamá).
“Tener un bebé en estos momentos es de mucho estrés para la madre y la familia”, dice el neonatólogo del Hospital Metropolitano Fernando Aguinaga. “Existe miedo de acudir a un centro hospitalario”.
Sofía Rojas (nombre protegido) está en la semana 24 de embarazo de su primogénito. La microbióloga y su esposo Felipe han vivido días de estrés. Las medidas para evitar el contagio con covid-19 hicieron que la ginecóloga que los acompañaba en el proceso los dejara porque superaba los 50 años de edad.
Buscó opciones en Internet. Durante el confinamiento, Sofía ha cambiado cuatro veces de ginecólogo.
Otra dificultad que sortea es la búsqueda de una clínica, para dar a luz. “Siento temor de ir a los hospitales de renombre. Sé que allí están atendiendo a pacientes con este coronavirus. Pienso que un bebé pequeñito no tiene defensas desarrolladas y aunque las casas de salud cumplen con protocolos, prefiero no arriesgarme”.
Sofía dice estar ilusionada, hoy pasará el primer día de su vida celebrada como madre. Pero lamenta no poder visitar a la suya. Y procura no hacer gastos innecesarios.
Se calcula que un 30% de las madres embarazadas pueden ser portadoras asintomáticas de covid-19. Pero el neonatólogo Aguinaga sostiene que se ha visto que el coronavirus no afecta de forma grave a la mayoría de recién nacidos.
Muy pocos -agrega- reportan complicaciones como problemas respiratorios o no se adaptan fácilmente a la vida fuera de vientre de mamá.
Lo que sí hay -apunta Aguinaga- son reportes de que el coronavirus puede aumentar el riesgo de bebés prematuros. “El apoyo de lactancia y el apego con la mamá son la clave”.
En los establecimientos de salud de la Coordinación Zonal 9 (Quito) han nacido 3 901 niños entre marzo y abril, meses de confinamiento. Los últimos datos del INEC, del 2018, muestran que en el país nacieron 293 139 niños ese año. Significa que,en promedio, más de 44 000 podrían haber nacido en Ecuador.
Daniela Barragán y su esposo Wilson Merino tienen dos hijas, Manuela, de 3 años y medio, y Mar, la bebé de tres meses. Una semana antes de que empezara la cuarentena, la pequeñita estuvo hospitalizada, con neumonía.
“Allá nos enseñaron a usar la mascarilla y aprendimos mucho por si hubiera una emergencia”, relata la madre. Ahora sonríe cuando cuenta sobre esa suerte de operativo que armaron para ir al consultorio de su pediatra.
Cuando ingresaron vieron al médico con mascarilla y traje de protección. Chequeó a la bebé, la vacunó y luego abrió la puerta del consultorio y les condujo a la salida para que no tuvieran contacto con nadie.
En los primeros días de la cuarentena -recuerda Daniela- sentía miedo por Mar. Estaba pendiente de toda la información. Ella tiene una empresa de venta de un producto de construcción, así que telebrabaja un poco; cocina y se encarga por completo de las niñas cuando no está su esposo.
“Mi nena es un Mar de calma. Se me dificulta bañarla sola. Pero en general duerme bastante. Manu requiere más atención. Es un tiempo para disfrutar en la casa, creemos”. Hoy tal vez pidan comida.
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