La pregunta no solo sirve para romper el hielo. Se la usa como un código de confirmación de que el interlocutor es una persona de confianza. En algunos casos incluso quiebra la agresividad de los neoyorquinos (incluso emigrantes) y los muestra vulnerables, emocionales y por su puesto patrióticos.
¿Dónde estabas el 11 de septiembre? Esa es la pregunta. No hay que especificar el año. Todos entienden que se refiere a la destrucción de las Torres Gemelas en el 2001. Qué desayunaron, qué ropa vestían, con quién estaban… Son detalles que se recuerdan aquel día. El atentado marcó a los habitantes y a la ciudad misma. Nueva York nunca volvió a ser la misma: 3 017 personas fallecieron en ese día.
Martha Ormaza (La Troncal, 1969) recuerda que ese fue su día libre. Aprovechó para pasear por Times Square y conocer la afamada calle Broadway. Su amiga Ada (dominicana) le hizo notar que las pantallas gigantes de Times Square mostraban la destrucción del World Trade Center. “Estos gringos tienen una imaginación tremenda para hacer películas. Mira cómo destruyen las torres gemelas que están allí”, recuerda Ormaza que comentó.
A punto de cumplirse 10 años del atentado muchas cosas han cambiado en Nueva York. La principal: la seguridad. De hecho, el alcalde Michael Bloomberg la califica como la ciudad más segura de Estados Unidos. El quiteño Luis Montalvo puede dar fe de ello. En este verano visitó la ciudad. “Eran las 02:00 de un viernes. Llevaba mi cámara y una ‘laptop’ que la había comprado esa mañana. En Time Square tomé el tren 7 para regresar a mi hotel en Queens. No me pasó nada, en Quito no hubiese alcanzado a caminar una cuadra”.
En Manhattan, la cantidad de policías ha aumentado (ahora supera los 37 000 para un distrito de 1,5 millones de personas). Su presencia es evidente en sitios turísticos como Times Square, Grand Central… o en estaciones del metro. Están allí incluso aunque no se los vea. En Times Square hay francotiradores. Cientos de policías de civil caminan junto a los turistas para evitar sorpresas como la del fallido cochebomba del 5 de mayo del 2010.
Este incidente dejó una lección a la ciudad: la Policía puede reclutar a civiles para que colaboren en su gestión. De hecho, el cochebomba fue identificado por un vendedor de camisetas que avisó a las autoridades. La campaña If you see something, say something (Si ves algo, di algo) se ha intensificado y se la desarrolla en inglés y en español.
Pero con la seguridad llegó el control. Y en el caso de muchos inmigrantes eso significó perder su trabajo y desplazarse a otras ciudades. Para trabajar ahora se exigen documentos de identidad que evidencien su legalidad. En el caso de los estacionamientos públicos (parquear autos puede significar ingresos por sobre los USD 600 semanales) solo puede laborar personal con licencia de conducir expedida en EE.UU.
Para obtener ese documento se debe poseer número de seguridad social, asignado solo a residentes legales. “Antes era suficiente con ir a Queens y sacar un número de seguridad falso con tramitador, presentar la licencia del país de uno y con eso era suficiente”, comenta un inmigrante que pide la reserva del nombre.
La extrema seguridad afecta también la cotidianidad de los inmigrantes. El domingo 12 de febrero, Andrés Ramírez (Cañar, 1975) no pudo tomar el tren uno. El sistema estaba detenido pues la Policía montó un operativo (que duró hasta mediodía) entre las calles 96 y la 42 para detener a un ciudadano de origen ruso.
Ramírez recuerda que pese a la justificación recibió un regaño. “En esta ciudad la vida de uno es como la del payaso de circo, se debe ir a trabajar pase lo que pase”.