Caracas, Bogotá. DPA y Reuters
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La crispación entre Venezuela y Colombia se agrava. El Gobierno de Bogotá pidió ayer a las autoridades de Venezuela no hacer un prejuzgamiento político en el caso del asesinato de ocho colombianos señalados por autoridades de Caracas como miembros de un grupo paramilitar.
Los colombianos, que pertenecían a un equipo de fútbol aficionado, fueron asesinados el mes pasado junto con un peruano y un venezolano, en el estado de Táchira, fronterizo con Colombia.
El ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jaime Bermúdez, leyó un comunicado en el cual señaló que Bogotá “considera grave la situación de orden público que se vive en Venezuela, la cual ha cobrado la vida de un elevado número de colombianos”.
Bermúdez afirmó que Bogotá repudia la muerte en otro caso de dos miembros de la Guardia Nacional venezolana. El asesinato de los guardias, ocurrido a corta distancia de la frontera, fue atribuido por autoridades venezolanas a grupos paramilitares colombianos. Este hecho originó en las últimas horas el cierre temporal de pasos fronterizos ubicados entre Táchira y el departamento colombiano de Norte de Santander, lo que ocasionó contratiempos al sector comercial.
Por su lado, el gobernador opositor del estado venezolano de Táchira, César Pérez Vivas, dijo ayer que teme una “ola de violencia” con Colombia, de no encontrarse pronta solución a la “delicada situación que se vivió en los últimos días en la frontera común”.
Mientras tanto, el ex presidente colombiano Ernesto Samper advirtió ayer que observa un clima de “preguerra” entre su país y Venezuela a raíz del nuevo acuerdo militar suscrito por Bogotá y Washington y de las discrepancias antiguas entre los dos países sudamericanos.