Son días especiales en todo sentido. Más allá de la conmemoración religiosa, muchos ecuatorianos aprovechan los días libres para ir de vacaciones. La verdad es que en esta ocasión la ciudad de Quito, por ejemplo, no lucía desolada como en anteriores oportunidades pero muchos compatriotas se desplazaron por carreteras, por campos y montañas, fueron a la playa, visitaron otras ciudades y se dedicaron al sano esparcimiento.
Pero la noticia trágica enlutó al país. Las cifras oficiales son altamente inquietantes. Los operativos especiales de Policía, Cruz Roja y Bomberos, las advertencias de manejar con precaución y no rebasar los límites de velocidad fueron inobservadas y tuvieron, en algunos casos, dolorosas consecuencias.
La Dirección de Operaciones de la Policía Nacional registró las cifras: 150 accidentes, 42 muertes y 230 heridos. Surge de inmediato la comparación. Las primeras cifras que se mira son aquellas registradas en similar feriado en 2009. Entonces hubo 134 accidentes. 25 personas perdieron la vida y el saldo de heridos fue de 82.
En los feriados inmediatamente anteriores de Carnaval y fin de año los números no fueron tan alarmantes.
La estela de dolor nos lleva a la estadística y al reporte de aquellas causas de muertes que en el Ecuador ocupan los primeros casilleros por encima de varias enfermedades.
Volvemos a preguntarnos si los controles y precauciones son suficientes. Retomamos antiguas denuncias de la calidad de las escuelas de conducción y el nivel y responsabilidad de los volantes profesionales.
La muerte por accidentes es otra cuenta pendiente que la sociedad tiene por saldar.