Más allá de las cifras, el Presupuesto para el ejercicio fiscal del año 2010 luce abultado. En primer término se calcula un precio del petróleo de USD 65 por barril, lo cual luce optimista para muchos (se pone como ejemplo a México, que lo calcula en USD 45). En función de este ingreso se estima un crecimiento de cerca del 9% en sueldos y salarios, una suma desproporcionada frente a los problemas que afronta la economía y a la relación que debería existir entre el Producto Interno Bruto (PIB) y los sueldos.
El Gobierno persiste en su idea: impulsar la economía exclusivamente desde el gasto público y sin estímulos ni garantías para la inversión privada.
Crece el gasto clientelar, pero no se expande la producción ni el empleo, crece el gasto público pero no se alienta la reactivación productiva de modo efectivo, más allá del discurso.
Si el Presupuesto experimenta un déficit que llegaría a USD 4 000 millones solamente para el año próximo, frente a un total de deuda externa de 10 000 millones, es otra desproporción.
La deuda es costosa y los nuevos recursos habrá que buscar como aguja en un pajar. Los organismos internacionales han sido vilipendiados por el discurso político, pese a que cuentan con tasas más bajas que el crédito de China, al 7,25%, que se presentó como venta anticipada de crudo.
Si ya se acudió a crédito externo del Fondo Latinoamericano de Reservas, se sumaron los derechos especiales de Giro del Fondo Monetario, se consiguió deuda del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Corporación Andina de Fomento.
¿Quién prestará plata al Ecuador en medio de la crisis mundial que todavía persiste? ¿Quién pagará la factura?