RedacciÓn cuenca
Les llama “mis chinas” y por lo menos 20 tienen nombres propios. La cuencana María del Carmen Cordero consiguió hasta la fecha reunir unas 300 muñecas de porcelana, trapo, cerámica… por lo menos, eso fue lo que le indicó su último conteo realizado hace más de un año.
No tiene un registro preciso del número de muñecas que integran su colección ni de la fecha en la que la inició, pero tiene claro que se trata de una pasión que viene desde su infancia.
Ella afirma que en todos sus 40 cumpleaños y navidades su madre, Dolores Jaramillo, le ha obsequiado una muñeca.
Además, la colección se alimentó, en parte, con los regalos de otras personas que conocen de su afición y tiene la certeza de que adquirió otras en todos sus viajes. Por eso en la colección hay muñecas provenientes de una media docena de ciudades de Estados Unidos, de Cuba, México, Rusia, Italia… pero también de Otavalo, Ibarra o Cotacachi, en Ecuador.
Ella asegura que es la única que puede tocarlas, moverlas o limpiarlas en su casa. Sus tres hijos de 22, 19 y 10 años nunca se atrevieron o interesaron en desafiar esa norma “claro que si tenía hijas mujeres hubiese sido más difícil mantener las muñecas tan nuevas e impecables”, afirma la coleccionista cuencana.
Cuando Cordero dice impecables, sus palabras no tienen ni una pizca de exageración. Estas son parte de la decoración habitual de su hogar ubicado en la urbanización Vistalinda (al sur de Cuenca). Para que luzcan allí Cordero dedica las mañanas de los sábados a su limpieza individual con un pequeño plumero.
A veces en esos momentos -confiesa- se deja llevar por la emoción, recuerda su niñez y juega unos minutos con ellas.
No solo eso, sino que cuando es época de Navidad la decoración de su casa y del árbol se hace solo con muñecos de trapo que no son parte de la colección.
Así como la casa se viste de fiesta sus “chinitas” también lo hacen para la ocasión. Cordero se dio el trabajo de elaborar manualmente 300 gorros navideños para casi todas sus muñecas.
El tamaño y variedad de la colección tuvieron una receta nada ortodoxa para ser como en la actualidad: comprar las muñecas cada vez que encontraba alguna de su gusto. Quizá por eso la colección es tan variada que tiene desde muñecas de trapo de su infancia, Barbies, Bratz, muñecas con rostro de porcelana, de plástico, cerámica, caucho…
Pero sus favoritas son las de una colección llamada Adorna. Cada una cuesta entre USD 300 y 500, pero ella las consiguió en ofertas, hasta en USD 100.
El costo es alto porque cada una de estas muñecas tiene certificado de nacimiento y se trata de ediciones limitadas que no exceden las 500 unidades en el mundo. Estas son las únicas que tienen nombres oficiales, el resto asume el genérico muñeca o el de la persona que le regaló.