Ana María Carvajal
Grupo EL COMERCIO
Mientras las mujeres se alteran cuando ven a un torero cerca, a los hombres les brilla los ojos cuando está cerca la reina de Quito, María Caridad del Castillo. Unos la ven de reojo y otros la saludan. Ella sonríe y responde cariñosa.
Dice que su labor es estar con la gente y, por eso, ha ido a varias corridas junto a Sofía Lara, señorita Confraternidad. Los más jóvenes le piden a Sofía una fotografía. Como no recuerdan su nombre es más fácil si le dicen “Reinita, una fotito, ¿si? Y ella accede.
Ambas saben que hay una fuerte corriente antitaurina, y la respetan. Ellas apoyan campañas como Vivamos las fiestas en paz, que promueven el bajo consumo de alcohol y la apertura en la diversidad. Por eso apoyan a Natalie Herdoíza, señorita Patronato, a quien no le gustan las corridas de toros y por ello no asiste. También al alcalde de Quito, Augusto Barrera, quien tampoco irá a ver las corridas de feria.
Sus primeros días como soberanas de la ciudad han sido extenuantes, pero así son las épocas de fiesta y por eso vive a fondo cada momento. El Desfile de la Confraternidad fue uno de los actos que más han disfrutado hasta hoy. Saben que es un acto dedicado a la Reina y a la ciudad y por eso les llenó de orgullo estar ahí.
En la plaza, la alegría de la gente que se acerca, les da flores o simplemente las saluda es un aliciente para el año de trabajo que apenas empieza. Su agenda está copada, pero la alegría de que sea en honor a la capital las llena.