El Centro Histórico, desde antaño, ha sido el punto de llegada de los marchantes. Foto: Archivo/EL COMERCIO
La ciudad de Quito, como capital de la República, se ha convertido a través de los años, en el escenario tradicional de las marchas por el Día del Trabajo. Por El Arbolito, El Ejido, la avenida 10 de Agosto, la calle Guayaquil y las plazas de San Francisco y Santo Domingo han pasado cientos de miles de trabajadores.
En este trayecto, se han producido las más grandes expresiones clasistas que son parte de la historia nacional reciente. Se puede hablar de cuatro grandes protestas, apunta Enrique Ayala Mora, historiador y catedrático.
Ocurrieron, en 1978, durante la transición al sistema constitucional, después de la matanza de los obreros en el ingenio Aztra y en 1982, cuando el entonces presidente Osvaldo Hurtado Larrea comenzó a tomar las medidas de ajustes por la crisis económica.
Las otras dos sucedieron en 1987, cuando la gente “perdió el miedo a León Febres Cordero” y, finalmente, en la época de Jamil Mahuad, antes de que ocurriera el feriado bancario.
En estas movilizaciones, gremios de trabajadores como la de la textilera La Internacional se constituyeron en “motores” de estas expresiones, por su alto grado de organización y por el número de sus integrantes.
Además, esta empresa “tenía un importante valor simbólico. Era la planta textil más grande de la nación y con un nivel exitoso de operación”, señala Richard Milk, en su trabajo ‘Movimiento obrero ecuatoriano; el desafío de la integración’.
Tal era la fuerza de esta organización que, incluso, encabezaron ocupaciones de terrenos, para la construcción de viviendas. Lo ocurrido en Puengasí, en 1982, es un ejemplo, como lo registra Raúl Borja Núñez, en su trabajo ‘Los movimientos sociales en los años 80 y 90, la incidencia de la iglesia, de las ONG y la izquierda’.
La década de los 80 y buena parte de los 90, asociaciones como las del Seguro Social, la Eléctrica Quito, Siderúrgica Ecuatoriana, Botar… tuvieron igual incidencia.
En la ciudad, hay organizaciones sindicales que no han perdido presencia, una de ellas, la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (Ceosl), parte del Frente Unitario de Trabajadores (FUT).
Pablo Serrano, su presidente, marca una variación en estas protestas: “Ya no son solo los trabajadores, se ha sumado la ciudadanía en general”. Esta continúa siendo la forma de expresar las inconformidades, como las reformas laborales aprobadas en este mes.
De esta forma, el Distrito Metropolitano, como señala Gabriel Recalde, profesor de la Universidad Internacional y parte del Centro de Estudios de la Política Laboral, es el centro político por esencia. Y en este territorio, los obreros han sido tradicionalmente protagonistas en los cambios de normas.
A inicios del siglo XX, la ciudad no era el centro de las movilizaciones, la premisa era que los trabajadores marchaban en las ciudades donde ejercían sus actividades. Sin embargo, siempre fue un punto clave para expresar la inconformidad de los obreros con las políticas de turno. En el recorrido de los manifestantes se incluyó el sur. En la actualidad, por ejemplo, la avenida Maldonado.
Esta conmemoración no empezó con caminatas, sino con las denominadas veladas, en las que se daban discursos alusivos a la fecha. Ayala Mora relata que la primera celebración se dio en 1919. El escenario por excelencia fue la Casa del Obrero, a media cuadra del Teatro Sucre, en el Centro.
De las veladas se pasó a las mañanas deportivas, seguidas de un almuerzo comunitario y con un evento formal en la tarde. Este punto estuvo atado a la suspensión de la jornada laboral en ese día.
Aunque no se tiene evidencias de la primera marcha en Quito, ya en los años 30, los trabajadores hacían una especie de desfiles y, posteriormente, había movilizaciones pequeñas de obreros.