Que Argentina esté padeciendo en las eliminatorias no es un hecho aislado. Hace rato que el fútbol argentino está más triste que tango de Gardel. Enumeremos. Este año, la albiceleste está ausente del Mundial Sub 20, después de haber ganado cinco de los últimos siete torneos de esa categoría.
Luego, los cinco equipos más grandes del país (Boca, River, San Lorenzo, Racing e Independiente) atraviesan una crisis de resultados y de gestión tan aguda que, en 2010, puede ser la primera vez desde 1983 que ninguno de aquellos jugará la Copa Libertadores.
Sumemos la decrepitud del líder máximo, un Julio Grondona que suma 30 años al frente de la Asociación de Fútbol Argentino y que, desesperado, no tiene reparos en romper contratos para refugiarse en el Estado, a pesar del costo legal.
Que Messi sea el mejor futbolista del mundo es, simplemente, una trágica paradoja, como lo era en los noventa George Weah, el liberiano que escapó de un país autodestruido pero maravillaba en el AC Milan.
Y que el ‘D10S’ Maradona sea el timonel de esta Argentina a punto de quedar fuera de Sudáfrica tampoco es casual. Todos sabíamos que Diego no era ‘D10S’, sino el Anticristo.