En la comunidad de Santa Lucía de Chuquipogyo, en las faldas del volcán, se formó una quebrada por la fuerza con la se produjeron los deshielos del Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Un mapa divide las rutas de descenso de los deshielos del volcán Chimborazo en siete zonas y es la nueva herramienta que dispone el Comité de Operaciones en Emergencias (COE) de la provincia que lleva el mismo nombre del coloso, con el objetivo de mitigar posibles riesgos.
Unas 1 000 personas que habitan en ocho comunidades asentadas en las laderas del volcán serían afectadas por el descenso de los lahares secundarios (flujos no ligados a una erupción volcánica). Los escombros pueden cerrar las vías que las comunican entre sí, y causar daños al suministro de agua, cultivos y potreros.
En el caso de la comunidad Santa Lucía de Chuquipogyo, situada en la zona de mayor riesgo, también se temen daños en las viviendas construidas junto a la quebrada Yambo Rumi, y existe un alto peligro para la Escuela Nevado Chimborazo, la cual está ubicada justo en el trayecto del descenso de los lahares.
“Estamos a tiempo de prevenir. Queremos que la gente identifique su comunidad y su vivienda en este mapa para que sepan cuánto peligro corren y a dónde pudieran salir en caso de una emergencia”, explicó Francisco Vásconez, técnico del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica.
Los técnicos de la entidad trabajaron en conjunto con los especialistas en glaciares del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), para desarrollar un mapa de modelación de las zonas en riesgo. Ese plano muestra los sitios por donde el flujo cobraría fuerza, la cantidad de material que bajaría, la velocidad de descenso, el trayecto del lahar, entre otros datos.
El mapa es el resultado de un análisis técnico realizado en varios programas de computadora y que le tomó nueve meses de arduo trabajo al equipo de especialistas.
Ellos realizaron una inspección en las comunidades situadas en las laderas del volcán, sobrevolaron el sitio, utilizaron cámaras térmicas en busca de anomalías de la actividad volcánica, entre otros estudios de campo en el Chimborazo.
Este estudio se inició en diciembre del 2015, cuando la Secretaría de Gestión de Riesgos recibió la alerta de los habitantes de la comunidad. Un extraño flujo de lodo espeso y piedras grandes descendieron de la parte alta del volcán.
“Nunca habíamos visto algo así, ni nuestros padres ni abuelos. La montaña sonaba como las astas de un helicóptero y tuvimos miedo”, relató Manuel Paca, morador de la comunidad Santa Lucía, a los técnicos durante la primera inspección.
En los meses siguientes se registraron otros tres lahares secundarios de gran magnitud. Pero según el estudio que se dio a conocer a las autoridades provinciales y a los habitantes de la comunidad, el escenario de un nuevo descenso podría ser incluso peor.
Los técnicos explicaron que los lahares se forman por el derretimiento de los glaciares, los cuales se mezclan con el material pétreo que reposa en las laderas del volcán. Se calcula que 2 millones de metros cúbicos de rocas y lodo podrían descender hasta las comunidades de la parte baja. Esto es un equivalente a 200 000 volquetas (8 m3) repletas de material.
En el mapa se muestran dos sitios peligrosos: son las zonas uno y tres. En la primera, situada cerca de Frutapamba, el lahar cobra fuerza y volumen por la gran cantidad de material pétreo y la erosión.
Mientras que el terreno en la zona tres es escarpado y hay una fuerte pendiente, por lo que el lahar se enriquece en agua y se incrementa la velocidad en el descenso. El cálculo de los técnicos determina que el material llegaría en 10 minutos a la comunidad Santa Lucía de Chuquipogyo.
Además, se prevé el descenso de lahares por otros flancos del volcán que causarían percances en los refugios de la Reserva de Producción Faunística Chimborazo, en la vía Riobamba – Guaranda, y en las vías ferroviarias.
“Hay deshielos en los 22 glaciares del Chimborazo. La superficie glaciar se redujo en un 69% entre 1967 y el 2016 debido al retroceso natural de los glaciares, al calentamiento global y a la ceniza del volcán Tungurahua”, detalló Bolívar Cáceres, especialista en glaciares del Inamhi.
Una de las opciones propuestas por el Instituto Geofísico para mitigar los riesgos en este sector sería la construcción de una cantera en Frutapamba. Esta permitiría evacuar gran parte del material pétreo, que además es valioso en la industria de la construcción, antes de su fusión con los deshielos del volcán.
El Comité Provincial de Operaciones en Emergencias no descarta esta posibilidad. En una reunión mantenida la semana pasada se pidió al Cabildo de Guano, al Ministerio del Ambiente, a Ferrocarriles del Ecuador y a todas las instituciones involucradas actualizar sus planes de contingencia en base al mapa de riesgos.