Dos de las 12 embarcaciones ubicadas en el sector de Playita Mía, en Manta, se viraron a causa de las fuertes olas. Foto: Patricio Ramos / EL COMERCIO
En el sector Playita Mía, en la parroquia Tarqui, noroeste de Manta, el rigor de los fuertes oleajes causa daños en el improvisado astillero que existe en el lugar. Ahí se reparan y construyen hace 30 años barcos de madera. Desde hace cinco días, las fuertes olas socavan la arena donde están ubicados 12 barcos que son sometidos a tareas de rehabilitación.
La tarde y noche del 17 de diciembre del 2015, las olas se conjugaron con el nuevo período de aguajes que culminará el 21 de diciembre. El agua ingresó con fuerza hacia la zona donde yacen las embarcaciones. Lenin Alcívar, maestro carpintero naval, comentó que olas sobre el metro de altura ingresaron con potencia entre el 17 y 18 de diciembre y se llevaron la arena sobre la que están ubicados pilotes de madera y caña guadúa que permiten a los barcos estar en posición vertical.
Los pilotes, al quedar en el aire, se cayeron. Dos de las 12 embarcaciones se viraron, a una de ellas se le rompió la quilla (elemento central de la nave) cuando se viró, comentó Cimetrio Calderón, propietario del barco afectado. Con la naturaleza uno nunca sabe, señaló Calderón. “Hay que poner en pie nuevamente la embarcación y costará al menos USD 10 000 y luego viene el proceso de reparación, hay que desarmar parte de la nave para arreglar la quilla”.
Los maderos, de entre 10 y 20 metros de largo, que serán las quillas de nuevos barcos yacen semienterrados en la arena. “No podemos hacer nada, solo un grupo de 30 obreros trabajan en dos barcos, en los otros 10 todo está paralizado debido a la falta de dinero”, aseguró Calderón. “No hay entidad financiera privada ni pública que quiera ayudar a los armadores de barcos de madera, si los fuertes oleajes siguen fuertes y de presentarse el fenómeno de El Niño la situación será impredecible”.
El copropietario de otro barco, Rommel Mero, dijo que su nave que está en reparaciones desde hace cuatro años aún no está en condiciones para ir a navegar. “Hemos invertido USD 90 000, no tenemos dinero para seguir, hay que hacer algunos arreglos, nos quedamos sin efectivo, ahora la nave está a la venta”. Un barco de madera listo para navegar tiene un costo de USD
500 000.
Junto al barco de Mera está otro más pequeño. No soportó los fuertes oleajes y quedó virado. Una de las alternativas que barajan los propietarios de las 12 naves es ubicar sacos de arena para tratar de minimizar el impacto de las olas hacia las embarcaciones para no se viren, comentó Alcívar.