En la provincia de Manabi, los sectores de Rocafuerte Rio Chico, Tomatal, La Chacra, San Eloy y San Clemente quedaron devastados tras el terremoto del pasado sábado 16 de abril del 2016. Foto: EL COMERCIO
Los poblados ubicados entre Rocafuerte y Bahía de Caráquez tampoco tienen agua ni luz: Río Chico, San Eloy, Charapotó, San Jacinto, San Clemente, etc. En Río Chico, recinto con aproximadamente 800 personas; piden un tanquero de agua para lograr subsistir luego del terremoto. EL COMERCIO recorrió la zona este lunes 18 de abril del 2016 y constató que la ayuda humanitaria no ha llegado con donativos a estas localidades.
Desde el sismo del sábado 16, los habitantes del llamado valle de Charapotó, en la zona costera de Manabí, quedaron incomunicados pues la señal de celular se ha perdido y familias enteras no pueden comunicarse con sus parientes de Portoviejo. Una de ellas es la de Margarita Romero. Ella tiene 45 años y dos hijos en esa ciudad. Desde el viernes no sabe de ellos. Dice que cada fin de semana llegaban con víveres.
Pasaban en su casa de caña y ladrillo y el domingo regresaban a Portoviejo, antes de eso le dejaban USD 30 para que comprara el gas o “cualquier cosita”. Ahora solo reza para que estén bien.
Lo mismo dice Rodrigo Solórzano. Él también cuenta que su hija de 27 años viajó a Portoviejo para pasear el sábado y aún no ha regresado.
No ha podido contactarse ni denunciar la desaparición, pues las autoridades no han llegado hasta ese poblado.
A diez minutos está la Chacra y Tomatal, dos caseríos en donde habitan cerca de 400 personas.
Desde el terremoto duermen bajo árboles. Tampoco tienen agua, pero dicen que “pasan la sed con cocos que bajan de las palmeras que tienen cerca. Para eso trepan más de 25 metros. La escasez de luz y gas ha hecho que nuevamente cocinen en leña. Las tres tiendas que existen a los alrededores también están sin víveres por eso incluso han empezado hacer jabón artesanal.
Una de las familias más afectadas es la de Rosa Romero. Ella tiene 67 años y se traslada en una silla de ruedas. Sus dos hijas la ayudaron a salir el día que “la tierra se movió”. Las paredes de su casa se cayeron y ahora duerme en el patio de su vecina que es un solar de 15 metros cuadrados.
Allí también están pernoctando la familia de Jacinta Bermero. Ella quiere que la ayuda llegue, pues sabe que desde Quito están enviando comida, pero hasta ahora no ha recibido nada. Tiene miedo porque han llegado extraños a la localidad. “Llamamos a los Policías de Río Chico pero no vienen”, dice. Por eso en las noches, los hombres vigilan con machetes.
La preocupación crece pues existen niños y necesitan pañales y leche. Además, hay dos mujeres embarazadas que requieren chequeos médicos.
En otra localidad llamada San Eloy hay 2 500 habitantes. Tampoco tienen luz y eso les preocupa pues la velas y fósforos se acaban.
Dos brigadistas de la comunidad se encargan de pedir a la gente que no duerman en sus viviendas, pues se han derrumbado 20.
Producto de ello han resultado heridos de gravedad como la hija de Graciela Cedeño de 64 años. Ella está embarazada de ocho meses y una pared de ladrillos le cayó encima cuando trataba de salir de su casa de dos pisos.
Con el rostro lleno de sangre y con una fractura en la pierna avanzó a salir. De inmediato fue trasladada a una casa de salud cercana.
Allí permanece desde el sábado. En ese centro de salud las medicinas escasean. Fatima Luján lleva esperando dos días hasta que llegue la medicina de su madre de 83 años.
Ella tuvo un derrame cerebral hace cinco años y requiere medicamentos para la presión. El viernes se le terminaron y ahora dice que permanece acostada en un colchón fuera de su casa de caña que también resultó afectada.
En Charapotó y San Clemente también requieren recursos, pero personal del Cuerpo de Bomberos les abastecen de electricidad para que carguen sus teléfonos y puedan llamar a sus familiares.
Ahí también hay al menos 30 casas caídas. Lo único que piden es que la Policía o las autoridades lleguen con vituallas y agua.