Diego F. Vivero Loayza
En la universidad que estudié, me enseñaron que los ahorros y la capacidad de crédito pero, principalmente, la valiente decisión de arriesgarlos es lo que principalmente diferencia a empresarios de empleados.
Ahora me doy cuenta de lo mediocre de la enseñanza en Ecuador, que me hizo creer que emprender en algo propio y en encontrar la independencia económica y retribuir parte de lo que nuestro querido país me había dado, generando tributos y puestos de trabajo.
En virtud de que tanto la educación como la comunicación, en el socialismo del siglo XXI, de una u otra forma, pasa a manos del Estado, sería bueno que se les explique a sus adoctrinados que ser empresario es encontrar un producto o servicio en el mercado, en el que nadie más pensó antes.
Igual, es arriesgar su patrimonio idear una organización y comercializarlo para que sus empleados alcancen la “dignidad”, aunque esto signifique que el “emprendedor” pierda todo lo invertido, incluida su “dignidad”, que a la larga no importa, porque es de él, un desvergonzado ‘pelucón’.
Ojalá esta ‘vanguardista’ filosofía pueda generar muchos más ‘empleados dignos’, aunque no haya un solo ‘empresario sonso’ que los pueda emplear.