En 2009 la gente de todo el mundo estuvo menos y peor informada que en años anteriores.
Según el informe sobre el estado de la libertad de expresión de Reporteros sin Fronteras, el pasado año fueron asesinados 76 periodistas, 33 secuestrados, otros 573 detenidos y 1 456, entre medios y periodistas, sufrieron agresiones. A estas cifras se suma que 570 medios fueron censurados.
Esos datos nos ilustran sobre la represión contra periodistas y medios y los riesgos crecientes que implica la tarea periodística. Esto, lógicamente, tiene como consecuencia directa una limitación y en cierta forma afecta la propia calidad de la información que el público recibe.
Sin embargo, esa cifras no son elocuentes de la medida en que el derecho a la información de la gente es afectado y recortado, particularmente en el continente americano. Los crímenes, agresiones y atentados y censura violenta contra periodistas y medios son, en sí mismos, información; son noticias, tan tristes como condenables pero que nos hablan y a la vez denuncian el rampante autoritarismo que prolifera por estos lares.
Se sabe, en cambio, ¿cuántas radios se han autorizado para pasar a integrar redes, con carátulas de independientes e incluso más vistosas y ‘solidarias’, que están al servicio exclusivamente del mandamás y la ‘ideología’ y la información oficial?; ¿se tienen cifras de las estaciones de radio y TV, cuya comercialización ha sido facilitada y aprobada por el poder, que han pasado a manos de ‘empresarios’, que no “quieren tener problemas con el Gobierno”, y para los cuales no rigen límites sobre ‘concentración’ y ‘monopolio’ ni son denunciados en foros, como ocurre en otros casos?
¿Alguien tiene números o una idea de cuánto invierten los gobiernos en publicidad oficial y de qué forma distribuyen esos recursos? ¿Se sabe cuántos medios y periodistas viven y se benefician de ese dinero oficial y de otro tipo de prebendas?¿Hay alguna idea en la discriminación informativa que se hace desde el poder?
¿Se mide o se puede medir la acción permanente de los jueces y fiscales a la orden del poder central y de los recaudadores de impuestos mandados por el ‘ jefe’ a hostilizar, procesar y condenar a periodistas y medios independientes?
Todo eso ocurre. Se oculta, se disimula y en casos hasta cuenta con la complicidad de ‘ organizaciones’ y ‘ luchadores sociales’. La gente no lo ve, pero cada vez la información que recibe es menor, de peor calidad y manipulada desde el poder.
Hay gobernantes que utilizan esos instrumentos sin necesidad de matar periodistas; los obligan al exilio o los envían a la cárcel ‘por algún delito inventado por fiscales y jueces o dando prebendas para que ‘el patrón’ proceda contra los rebeldes.