Supongo que las cosas tenían su orden, mi madre en los quehaceres de la casa, mi padre en su trabajo. Yo, un día yéndome detrás del magnetismo de Magakán, el mago.
Ramiro Arias
Escritor
Escritor, doctor en Derecho y egresado de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Director de Eskeletra Editorial y de la revista literaria del mismo nombre. Autor de varias obras literarias.
¿Fue el destino? No lo sé. Él tío abuelo no era muy alto, ancho de hombros, siempre andaba bien trajeado y llevaba unas gafas grandes y oscuras, un grueso mechón rizado caía sobre su frente, nunca se cortó su chiva y tenía una voz que hechizaba. ¿Cómo hacía para hipnotizar a coliseos enteros y reducirles a su voluntad?
¿Cómo hipnotizaba por radio a los jóvenes que se reunían a escucharle en el parque? ¿Cómo hizo para manejar con los ojos vendados alrededor del parque de Latacunga? ¿Tenía el don de la clarividencia? Mis tías conservadoras decían que tenía pacto con el demonio o con el más allá, pero yo, a mis 15 años, sabía que él vibraba a otro ritmo de frecuencia mental.
Contaba que la hipnosis y lo paranormal aprendió en la India, tras desertar de la guerra de Corea en 1952, a la que fue obligado a ir de joven. De las muchas anécdotas, recuerdo una.
Un grupo de médicos, con el intendente de policía de Riobamba, irrumpió en su consultorio del hotel cerca de la estación del tren; allí curaba aplicando la hipnoterapia y lo tomaron preso acusándole de practicar la Medicina sin ser profesional, pero no solo era la ignorancia y el miedo de los galenos ante estas prácticas milenarias: era el prejuicio y la envidia porque Magakán tenía su consultorio atestado de gente; lo metieron a la cárcel, hasta que, después de unos días, apareció una enojada muchedumbre pidiendo su liberación y las autoridades lo liberaron.
Murió por un derrame cerebral hace 20 años. Sé que el hipnotizador mediante el sueño inducido practica la sugestión para indagar y llegar al subconsciente a través de la catalepsia, el letargo y el sonambulismo y sacar al consciente los traumas y represiones del pasado.
Ahora, la literatura lo va incorporando poco a poco por su magia y misterio. La huella de su vida y obra no se ha extinguido.