Con las manos en torno a un vaso de plástico y los ojos fijos en el chocolate humeante, María, una mujer desempleada desde 2009 y sin vivienda, afirma con tristeza: “Esperanza Aguirre no sabe lo que es dormir en la calle, los políticos no saben lo duro que es estar sin trabajo y sin casa”. Las palabras de la candidata del PP de Mariano Rajoy a la alcaldía de Madrid, quien sugirió hace unos días que la presencia de personas sin hogar da una mala imagen de la ciudad a los turistas, revolucionaron la Plaza Mayor de la capital española, en la que cada noche duermen entre cartones decenas de “sin techo”.
“Si (Aguirre) pasara aquí una sola noche, sobre el suelo duro, no se le ocurriría decir esas cosas”, dice a la agencia DPA un hombre de nacionalidad rumana, ex conductor de transporte de mercancías, mientras prepara su lecho de cajas de cartón y mantas bajo los soportales de la plaza, justo al lado de la oficina de turismo del Ayuntamiento de Madrid. “Ella quiere echar a los indigentes, ¿pero qué hacemos con los indigentes intelectuales como ella?“, increpa, indignada, María Ángeles, una licenciada en Historia desempleada y sin subsidios que cada noche acude a tomar un café con galletas con un grupo de voluntarios que, termo en mano, recorren las calles de la ciudad.
En la capital española hay unas 2 000 personas sin hogar, de las que 764 duermen al raso en la calle y el resto pasa la noche en albergues o centros de ONG, según el último recuento realizado por el Ayuntamiento. En el país, se calculan 40 000. “La gente llega a esa situación como resultado de una acumulación de sucesos vitales traumáticos. Y cada una de esas personas es el resultado del fracaso de nuestro sistema de garantía social“, explica Jesús Sandín, responsable del programa de atención a personas sin hogar de la ONG Solidarios. Colectivos y organizaciones sociales criticaron duramente estos días las palabras de Aguirre, a quien acusaron de atacar “a los más vulnerables” y de identificar pobreza con delincuencia.
“El fenómeno del ‘sinhogarismo’ es un problema de derechos humanos y no de estética u orden público”, recordaron. Ante la polémica, la actual alcaldesa de la ciudad, Ana Botella, confirmó este miércoles que la Constitución española “ampara” que las personas sin hogar “puedan estar en la calle”, tal y como habían indicado ya varios colectivos del ámbito judicial. Aguirre, presidenta del conservador Partido Popular (PP) en Madrid y una de sus políticas más fuertes, matizó que no había hablado de “mendigos” ni de impedirles dormir en la calle, sino de ofrecerles la posibilidad de acudir a los albergues municipales.
“Prefiero los inconvenientes de la calle, donde pasas frío y te pueden pegar una paliza, a los del albergue, donde meten a todas las personas en el mismo ‘saco’ y te toca compartir habitación con gente chunga”, explica a DPA un joven con un gorro de lana que duerme en un cajero de un banco. Para hacer más llevadera esa vida dura, y una “maleta cargada de traumas”, varios grupos de voluntarios salen cada noche a repartir por los barrios madrileños café, caldo caliente, chocolate, comida y un ratito de charla con decenas de “sin techo”. Su “cuartel general” está en un polideportivo de la Ciudad Universitaria de Madrid, donde almacenan las provisiones, preparan los termos y organizan las rutas. “Hola, chicos, ¡cuánto tiempo sin veros! ¿Tenéis un café?”, les pregunta un joven dedicado a la venta ambulante a su paso por las inmediaciones de la Puerta del Sol, centro neurálgico de la capital española.
“La gente es muy amable, muy generosa. Te hace darte cuenta de que los prejuicios y los estereotipos que hay sobre ellos son falsos”, explica Estefanía, una de las voluntarias que, a sus 22 años, sale de ruta cada miércoles desde hace ocho meses. “Cambias totalmente la visión que tienes de una persona sin hogar. Ni son drogadictos, ni están locos. En muchos casos son gente culta, con estudios, que ha tenido muy mala suerte”, matiza a su lado Sergio, uno de sus compañeros. La crisis económica que asuela a España desde el 2008, con una alta tasa de desempleo que supera el 23%, llevó a la calle en los años recientes a ciudadanos que perdieron su trabajo o su vivienda por no poder hacer frente a la hipoteca.
“De 2009 a 2014, el número de personas sin hogar aumentó en Madrid en casi 200. Pero hay que tener en cuenta que el impacto de la crisis no es inmediato. Desde el momento de un desahucio hasta que la persona acaba durmiendo en la calle hay todo un itinerario largo de pérdidas. El impacto se está notando ahora en esos estadios intermedios, pero progresivamente irá más gente irá cayendo si no se ponen medidas”, dice Sendín. En la Plaza Mayor de Madrid, poco a poco, sus “inquilinos” se repliegan a sus rincones. Varios turistas pasean y aprovechan los últimos bares abiertos, ajenos a los “dormitorios” levantados entre las columnas, al abrigo de los soportales del monumental foro. “¿Sabes que día es mañana? Mañana cumplo 675 días en la calle. Esto es un bucle (ciclo), ¡un bucle!, y de la calle no hay salida”, lamenta un hombre mientras se lleva un café hacia su cama de cartones, arrastrando mucho los pies.